La gente como yo…

La gente como yo…

«Si tuviera que transmitir el más inmenso amor, sólo se me ocurre hacerlo con palabras. Con la expresión. Si tuviera que abrir mi corazón sin miedo a que fuese machacado, burlado, diseccionado y, lo peor, cuestionado, no se me ocurre mejor herramienta que las palabras. Porque el amor duele, o por lo menos me duele a mi, me duele en el alma… Incluso cuando es bueno.»

Las personas como yo tenemos una inmensa capacidad de amar, pero siempre proporcionalmente equilibrada con nuestra inmensa capacidad de protegernos… Protegernos hasta tal punto de ocultarnos, de tapar nuestra personalidad y enmascararla por completo.

Y es duro ser así… Aunque hay momentos maravillosos, dulces, tiernos, completos, redondos, suaves, delicados y reconfortantes. Son increíbles instantes de conexión profunda, de libertad, de ligereza, de ser tu, de ser yo, de fluir.

La inmensa capacidad de amar es un arma de doble filo, porque agota, porque vacía, y porque exprime nuestra alma al completo. Es como un grifo abierto por el que sale el agua sin remedio, a borbotones, es igual. Y te tienes que recomponer, te tienes que volver a llenar, y eso gasta mucha energía, es agotador y puede acabar contigo. Es por eso que las personas como yo tenemos que controlar ese grifo, nunca puede estar abierto demasiado tiempo, si no, ¿qué será de nosotros?.

Me ha costado muchos años reconocer esta manera de ser, aceptarla, acogerla, cuestionarla, protegerla, entenderla, manejarla… Manejarla no puedo. Me ha costado mucho entender su mecanismo, sus sistemas de alarma, sus engranajes, su combustible… Es difícil.

Sentir todo el mundo siente, hipersentir es ya otra cosa. Cuando no sólo sientes lo tuyo, sientes lo de los demás, se te mete dentro, te das cuenta de que tu piel es fina, de que las cosas calan y no hay chubasquero que te proteja. Tienes que aprender a protegerte, a tomar distancia, pero siempre sin volver a ser lo de antes. Antes la capa era muy gorda, muy áspera, se había construido una coraza bien dura, porque no entendía, porque no comprendía, porque era muy joven, porque era muy niña.

Ahora entiendo muchas cosas, ato cabos, deshago nudos, ordeno telas… Ahora veo más fácil el camino andado, y doy gracias al cielo, me doy gracias a mi, por haber sido valiente, por haber sido vulnerable, sobre todo vulnerable.

Esto es como magia, porque es inesperado, es sorprendente, es como trucos o poderes. Es complicado de entender, quizá algunos nuca lo hagan, tampoco pasa nada. Quizá otros vean en este relato una definición de lo que les pasa. Bienvenidos, aquí estoy, para lo que queráis.

A aquellos que aman hasta el infinito, para aquellos de piel fina, para aquellos que dejaron la armadura en el suelo, pero siempre a mano, por si acaso, porque ser así también duele. Duele mucho.

Y encuentras iguales en muchas partes, pero no se ven a simple vista, sólo sabes que están ahí cuando se muestran, como tú te muestras.

Y recuerdo que, casi siempre, miro bien a los ojos de la gente, me gusta mirar bien fijo, bien dentro. Y noto que hay con personas que no paso de ahí, del ojo, del color, de la pupila, del iris, de su forma. De ahí no paso.

Pero con otras…. Con otras me adentro, me atrapan, me arrastran. Y ahora mismo tengo algunas fijas en mi cabeza, algunas miradas del pasado, y me acuerdo de cómo eran, de todo lo que transmitían. Me acuerdo como si estuviesen delante ahora mismo, y me siguen transmitiendo tanto… Me siguen atrapando y envolviendo.

Es como una mirada de enamorados, una mirada de curiosidad, de cómo nos irá en el futuro, de si estaremos juntos muchos años, de si la química entre nosotros funcionará, es una mirada que habla, que habla mucho.

Y era intimidante, no todo el mundo aguantaba mi mirada, yo no se por qué hacía eso, mirar así a la gente, pero lo hacía. Recuerdo que lo hacía. Y algunas personas no aguantaban y huían. Salían de mi vida, me evitaban, creo que yo era demasiado intensa para ellas, y para ellos sobre todo.

Puede ser que sea eso, que se emitía esa intensidad sin control, que algunas personas no podían gestionar, o no querían, y adiós muy buenas. Yo no entendía, lo pasaba mal, pero me encantaba mirar, mirar intenso, para leer más.

Sé que hay más gente como yo, lo sé. Ya irán apareciendo, nos juntaremos para hablar, para tomar café, para conversar largo y tendido, como nos gusta a nosotros, a los de nuestra especie. Conversaciones profundas, de emociones, de sentimientos, de traumas, de felicidad, de infancia y de madurez, de terapias y métodos de escape. Sí, de corazas, de armaduras, de protecciones, de sistemas de alarma…

Y va a ser divertido.

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2 Comments
Sira

Me ha encantado!,te acabo de descubrir…que bonito leerte!te mando un besazo enorme

Gracias Sira, qué bonito escucharte. Un beso grande para tí también.

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