Adictos a las experiencias, aprendamos a aburrirnos
Una reflexión sobre el querer consumir experiencias para sentir que estamos viviendo, y la pérdida de capacidad de aburrirnos o disfrutar de etapas de la vida de más quietud y monotonía.
Desde que escribí el artículo de “Persiguiendo el Hedonismo” sobre la adaptación hedónica, tengo que reconoceros que sigo dándole vueltas al asunto.
¿Cuándo hemos perdido la capacidad de estar tranquilos, de estar cómodos en nuestro propia quietud, de poder soportar el aburrimiento, de disfrutar del silencio y de la monotonía de etapas de la vida más tranquilas?
¿Cuándo hemos comenzado a querer vivir experiencias, una tras otra, y sentir que tenemos que irnos de este mundo con una mochila bien llena? ¿Cuándo hemos pensado que vivir la vida es equivalente a buscar activamente el vivir nuevas situaciones? ¿Cuándo hemos vinculado que esas experiencias son las que nos van a aportar la felicidad o el bienestar real? ¿Es ese cúmulo de cosas que hemos vivido lo que va a hacer que por fin podamos soportarnos a nosotros mismos, lo que por fin nos permita estar en silencio y estar bien, lo que nos permita aburrirnos y simplemente ser, sin necesidad de caer en la espiral de «y ahora qué hago»?
Os dejo con los accesos al podcast y al video del artículo. Más abajo os detallo toda la reflexión a la que os invito esta semana.
Buscando fuera
Para mí una de las conclusiones principales que saqué del artículo “Persiguiendo el Hedonismo” es que, como sociedad, buscamos la felicidad o el bienestar fuera de nosotros mismos.
Es decir, la vinculamos con “algo” que realmente no podemos del todo controlar y que, además, en ocasiones vive en nuestra imaginación en forma de expectativa. Creemos que «esa situación externa» nos dará «ese resultado interno» de bienestar. Nos mantendrá los niveles de dopamina arriba.
Y aquí hago un inciso de la dopamina:
El otro día escuchaba el podcast de Fernando Alonso Martín, Píldoras de Conocimiento, este capítulo en concreto, y en él comentaba muchos temas sobre el cerebro y su funcionamiento.
En el video y el podcast comento que la dopamina es una hormona, pero la dopamina es un neurotransmisor. La dopamina es frecuentemente considerada como la causante de sensaciones placenteras y la sensación de relajación. Su secreción se da durante situaciones agradables y le estimula a uno a buscar aquella actividad u ocupación agradable.
Aclaraciones a parte, hay un momento en el podcast de Fernando que enuncia estudios que demuestran cómo nuestro cerebro se acostumbra a las recompensas, a los chutes de dopamina. Cómo al final una misma recompensa va perdiendo intensidad porque ya la esperamos.
A medida que las recompensas se hacen predecibles, los chutes de dopamina son menores. Por lo tanto necesitamos recompensas no predecibles más que “muchas recompensas”, esta es la conclusión a la que más o menos llega.
No siempre es tanto la cantidad de recompensas sino que sean no esperadas, que nos sorprendan.
Y, enlazando con el ejemplo de aquel capítulo del hedonismo en el que comentábamos por qué queremos cambiar de trabajo al año de haber entrado, por qué sentimos que nos aburrimos y queremos cambiar… Quizá podríamos pensar en esos chutes de dopamina y en esa capacidad de nuestro cerebro de acostumbrarse a las cosas…
Así que en este caso, creo que estamos muy influenciados por nuestro cerebro y sus mecanismos. ¿Verdad? No viene mal tenerlo en cuenta para cuando nos entren esas ganas terribles de pasar a otra cosa.
Y es que si a esta configuración cerebral le sumamos, además, el entorno social que empuja y nos cuenta que tenemos que acumular y acumular experiencias, que tenemos que consumir, ya sea nivel material o emocional, para sentir que vivimos… Pues podemos perdernos, efectivamente.
Yonkis de las experiencias
El tema de vivir experiencias ya lo comentó el filósofo José Carlos Ruiz en su video “Filosofía para cuestionar el mundo que nos rodea”, y que compartí en el artículo número 6 del podcast «Esta persona tan independiente».
Os dejos el video aquí de José Carlos Ruiz porque merece mucho la pensa verlo.
Para mí, vinculando lo comentado de la dopamina y lo que habla José Carlos Ruiz en su video, el consumo de experiencias se ha convertido en nuestra recompensa inesperada, es nuestro generador de dopamina, y esto está impidiendo que podamos llevar vidas más tranquilas, centradas y presentes.
¿Y por qué esta insistencia en vivir presentes y tranquilos? Porque nos estamos yendo al otro extremo y ya se están viendo venir las consecuencias de comportamientos centrados en el entretenimiento constante, en el hacer constante… Porque incluso aunque alguna de esas experiencias tenga que ver con prácticas más «tranquilas» o «espirituales» o «meditativas», incluso en esos ejemplos se puede vislumbrar un resquicio de esa necesidad de vivir experiencias a toda costa y no permitirnos simplemente ser.
Os dejo algunos de los comentarios de José Carlos Ruiz respecto a este tema. Lo podéis escuchar en el video también.
“La felicidad contemporánea está más orientada hacia la conquista… está geolocalizada… donde la gente en su cabeza tiene una especie de check list”
Y aquí él explica que la felicidad está objetivada y que parece que se consigue si consumimos la última novedad, visitamos el último restaurante, el último país, hacemos el deporte de moda…
Respecto al check list también tengo un artículo escrito de hace tiempo y que podéis consultar aquí.
«Como está objetivada, lo único que tienes que hacer es ir a conquistarla, porque sabes donde está. Y cuando lo consigues vas a la siguente, y aparece otra y otra y otra»
En este punto explica cómo el sistema ha empezado a vendernos la importancia de consumir experiencias y a decirnos que lo importante en esta vida es llevarte una mochila llena de ellas. Y continúa:
«Entras en una dinámica en el que el consumo de experiencias se va a convertir en el eje de tu vida, y al final cuando no estás en ese proceso de consumo y estás solo y estás tranquilo en tu vida se te generan esos nervios de decir “no se hacia donde voy, ahora tengo que hacer algo, no sabemos aburrirnos”
Llegados a este punto, José Carlos Ruíz comenta un experimento con descargar eléctricas que es bastante curioso y preocupante a la vez. Y añade:
«Cuando intentas dejar tu mente en blanco o calmada está tan acostumbrada, es tan adicta a la hiperactividad, a la búsqueda de emociones constantes que a los seis minutos es capaz de electrocutarse. Se nos está generando una drogodependencia emocional sin tener el parapeto de la distancia y el tiempo.»
Aquí el filósofo define lo que para él es el “síndrome de abstinencia contemporáneo” que es la hiperacción, ponerte a hacer cosas, lo que sea. Lo que sea con tal de no estar a solas contigo mismo, como hemos comentado en varios capítulos del podcast.
Somos incapaces de vivir a un ritmo más tranquilo, de dar espacio al tiempo, de dejar que las cosas pasen y de aceptar que quizá no tienen que pasar tantas cosas, sino que tenemos que disfrutar más de lo que «nos pasa».
Despreciar el potencial del aburrimiento
El otro día estuve leyendo un artículo de David Gerken que apareció en una newsletter a la que estoy apuntada en la que tratan una diversidad de temas. Este artículo me llamó la atención por el título y es un resumen de uno de los emails privados que manda Eckhart Tolle a su comunidad.
Se titulaba «Eckhart Tolle’s Powerful Teaching: Using Boredom to Propel Us Into Being» o lo que es lo mismo «La poderosa enseñanza de Eckhart Tolle: usar el aburrimiento para impulsarnos a ser»
En el artículo nos explica cómo emplear el aburrimiento para practicar el dejar de hacer y empezar a ser. Los que estamos familiarizados con el mundo mindfulness, las meditaciones y demás, puede que no nos sorprenda el abordaje, pero esta práctica que comenta Tolle sigue siendo un desafío diario para la mayoría de los mortales, estoy segura, sepamos o no del mundo más Zen.
Os resumo el artículo, aunque lo podéis leer también aquí:
Comienza con tando que el aburrimiento, también conocido como no tener nada que hacer, ha sido virtualmente prohibido por la sociedad. Pero es el mismo aburrimiento el que nos brinda una gran oportunidad para entrar en un estado de presencia.
No en vano a nuestros niños también les dejamos que se aburran, pues sabemos perfectamente los beneficios que conlleva a nivel creativo y a nivel de aprender a lidiar con emociones incómodas.
Efectivamente, en esta sociedad cada vez es más complicado aburrirse o permitr aburrirse. Como dice Eckhart:
“Existe toda una industria diseñada para ayudarnos a evitar el aburrimiento. Televisión, videojuegos, revistas y las distracciones en línea de nuestro teléfono»
Según el artículo, en el mundo del 2021 somos adictos a «hacer» algo en cada momento del día. Y lo que estamos haciendo es alimentar el apetito insaciable de nuestras mentes.
También podemos leer en el artículo que el famoso filósofo francés del siglo XVII Blaise Pascal ya escribió:
«Todos los problemas de la humanidad se derivan de la incapacidad del hombre para sentarse en silencio en una habitación solo»
Y el texto continúa:
«En otras palabras, los problemas de la humanidad se derivan de nuestra incapacidad para resistir la atracción de nuestras mentes y simplemente sentarnos en presencia.
Se podría argumentar que el trabajo de nuestras vidas es practicar NO dejarnos atrapar por nuestras mentes. Una y otra y otra vez … Hasta que llegamos a un lugar donde nuestro yo tranquilo y consciente está en el asiento del conductor de nuestras vidas la mayor parte del tiempo en lugar de raras veces.
Y aquí es donde trabajar con aburrimiento entra en escena. Es un «campo» de práctica perfecto para construir una presencia ininterrumpida en nuestras vidas.»
Si te interesa, en el artículo tienes la práctica con cuatro «sencillos» pasos. Y pongo sencillos entre comillas porque son sencillos de ejecutar, lo que no es tan sencillo es lidiar con lo que pasa mientras lo hacemos.
No será fácil al principio. Todos nos hemos acostumbrado a sofocar el aburrimiento en el momento en que asoma su supuestamente fea cabeza. Requerirá práctica.
«Pero esa práctica sostenida mejorará nuestra capacidad para cosechar lo más importante que la vida tiene para ofrecer: vivir el momento. Después de todo, el presente es el único lugar donde la vida es, ocurre y ocurrirá»
Conclusión
Hay momentos en los que nuestra vida frena, quizá se vuelva también algo monótona, y si lo pensamos puede que encontremos que estamos a gusto donde estamos pero comienzan a aparecer pensamientos de querer «algo más». Puede que sí, que seguir ese feeling de que podemos vivir más cosas sea acertado… O puede ser esa parte de nuestro cerebro con hambre de dopamina. En cualquier caso saber vivir en el presente nos ayudará, estoy convencida.
Que cuando estemos trabajando estemos focalizados, que cuando estemos con nuestros hijos, amigos o familiares estemos presentes ahí, que cuando estemos divirtiéndonos estemos sintiéndolo y viviéndolo con todos los sentidos… Eso es vivir el presente.
Evitando estar en un sitio pensando en otra cosa, evitando apagar la sensación incómoda del «ahora qué hago» con la tecnología. Atreviéndonos a estar con nosotros y saber que no hay que hacer nada más.
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Irene
Hola Ana!
Me encantó el podcast. Aquí si que me has dado en el epicentro.
Muy interesante. Voy a verme los videos que Jose Carlos Rúiz.
Gracias por comparti como siempre 🙂
Anita
Hola Irene, si, la verdad es que no dejé de darle vueltas al asunto, sabía que había algo más por ahí que se podía decir. De todas formas este tema trae mucha cola porque a cada uno le resuena por una parte. José Carlos Ruiz tiene cosas muy para pensar, te lo recomiendo. Un besazo.
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