Matrimonio

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Matrimonio

Le pedí tres veces matrimonio a Eduardo, mi marido.

No me arrodillé ni nada. No saqué ningún anillo, o reloj, o gemelos, ¿qué se regala cuando una mujer pide matrimonio a un hombre?. No recuerdo ni qué palabras le decía. Aunque sí recuerdo dónde estábamos, al menos la primera vez.

Era de noche y contemplábamos las estrellas de la parcelita de cielo que toca mirar cuando estás en el área de Yeste. Estábamos sentados en esas sillas playeras cuyos reposabrazos están hechos de fibra de vidrio y al rato no paras de rascarte los antebrazos.

Al menos él estaría ahí sentado, lo recuerdo con la cabeza apoyada y las piernas cruzadas, imitando el estilo de su padre. Yo quizá estaba simplemente en el escalón de la entrada. Nada estaba planificado, no había ni día D ni hora H, seguramente la idea se cruzó por mi mente en ese momento.

Y algo le diría como ¿qué te parece si nos casamos? o ¿cómo harías tú tu boda? o ¿te apetece boda para comer mañana, con conejo y caracoles o a banda?

No recuerdo un no rotundo, ni siquiera el no, pero fue una negativa. Un “ahora no me viene bien”, un “si me acuerdo lo pienso mañana”, un “pues vamos viendo”. En fin, que no recuerdo qué dijo, pero la traducción más acertada sería un “ahora no”.

No sintáis pena. Ninguna. Aquí donde me veis se lo pedí dos veces más, y a la tercera sonrió y dijo “vale”.

«Vale». Dijo «vale». Y su «vale» es un sí. Sin anillos, sin sorpresas, sin flores, sin tiramisú, sin Paris y sin rodillas doloridas. Y su «vale» a mi me vale.

Los griegos empleaban cuatro palabras para definir lo que hoy resumimos en la palabra amor: eros, ágape, philia y storge.

Eros sería el amor pasional, el deseo, la atracción. Ágape sería el amor incondicional, el deseo de cuidar al otro sin esperar nada a cambio. Philia sería un amor como el de la amistad, basado en la admiración y en el deseo de que el otro esté bien. Y storge sería un amor familiar, fraternal, más de padres a hijos, un compromiso que perdura, un amor que se va transformando.

De estos cuatro términos, uno es cortoplacista y momentáneo, y los restantes van, según mi opinión, en orden ascendente buscando una satisfacción a largo plazo, duradera y que no pone el foco exclusivamente en uno mismo.

Otros filósofos tienen ideas mucho más pesimistas sobre el amor. Comentan que el amor es darte cuenta de lo que te falta y buscarlo en el otro. O que el amor es simplemente un instinto vital para conseguir lo que deseas, para luego aburrirse soberanamente una vez lo has alcanzado. Que el amor verdaderamente es imposible y todo es una ilusión cultural.

Y es que después está lo que la sociedad y la cultura añade al amor, que es la estética, los rituales, los pasos a seguir, los olores, los ambientes, los detalles, el romanticismo.

El idealismo, lo preconcebido, lo que imaginamos, es la puerta de entrada a la decepción. Lo que vemos en el cine o la televisión, lo que leemos o escuchamos, la cultura en la que vivimos, lo que hacen nuestros amigos, primos o hermanos, puede alimentar ese ideal y convertir toda vivencia en insatisfactoria e insuficiente.

Intuición, presente, espontaneidad, aceptación, podrían ser algunas claves. Ágape, philia, proyectos juntos, familia, intereses y objetivos comunes… Quizá sea eso en lo que haya que fijarse. Siempre respetando la individualidad de cada uno.

Lo que Eduardo me enseñó, y todavía me enseña con ese “vale” y muchos otros, es a romper con los pensamientos que aparecen en mi mente, aquellos que esperan algo concreto, aquellos que fijan ideas a fuego, aquellos que asisten a cada evento con un manual bajo el brazo repleto de protocolos y leyes. Y no hay nada que te haga más rígido que ser esclavo de tus ideas.

La vida es más fácil con flexibilidad, con cambio, con aceptación y con miras a largo plazo. Sin saber qué hay que hacer, sin demasiados formalismos y sin anillos. ¿No os parece?

Referencias:

Entrevista a Waler Riso: https://www.abc.es/bienestar/psicologia-sexo/sexualidad/abci-walter-riso-amar-no-anularse-para-otro-feliz-tocar-partitura-cuatro-manos-202303152314_noticia.html

Artículo «Cuatro tipos de amor» de Cultura Genial: https://www.culturagenial.com/es/tipos-de-amor/

Artículo de Cultura Colectiva, «Por qué el amor no existe, según Arthur Schopenhauer», aquí: https://culturacolectiva.com/historia/que-es-el-amor-segun-schopenhauer/

Artículo de Jot Down «¿Existe el amor verdadero?», aquí: https://www.jotdown.es/2013/05/existe-el-amor-verdadero/

Artículo de El País, «El amor romántico lo anhelamos pero no existe», aquí: https://elpais.com/cultura/2012/02/17/actualidad/1329509292_335867.html

Artículo de El Comercio, «Darío Sztajnszrajber: El filósofo que no cree en el amor romántico», aquí: https://elcomercio.pe/eldominical/rock-star-filosofia-argentina-redes-noticia-652724-noticia/?ref=ecr

Imagen de portada:

Obra El matrimonio Arnolfini de Jan van Eyck.

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Anita Balle

Publicista y Autora de este Blog

La parte cotilla de todo esto

Publicista, estudiante de Psicología y Morfopsicología. Aprendiz de coaches y otros mentores. Madre de familia y pareja de ingeniero. Actualmente viviendo en Hamburgo.

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