Sobre el equilibrio

Sobre el equilibrio

Como en otras ocasiones, empiezo este artículo con un recuerdo, esta vez de mi adolescencia. En mi caso personal, no recuerdo esta etapa como una fase alegre o divertida, pero esto no es algo que me afecte mucho a día de hoy, pues he aprendido a reinterpretar lo ocurrido con ojos de adulta.

Como decía, recuerdo vivir la adolescencia como un auténtico torbellino emocional -muy típico en ese momento de la vida- y con una sensación constante de pérdida de rumbo. Hubo un día, que casi recuerdo la conversación, en la que le dije a mi amigo Rafa, “no encuentro mi centro”.

Y recuerdo que Rafa se rió. No como para burlarse de mí, sino por el comentario. Quizá no lo entendía, honestamente yo tampoco. Quizá le hizo gracia la dosis de dramatismo, que seguramente la hubo. O quizá le pareció gracioso. Vete tú a saber.

Además, esta semana, en conversación con mi suegra también salió el tema del equilibrio, y me han venido a la mente bastantes momentos en los que he aprendido algo sobre el equilibrio.

La primera y más importante lección, y quizá la única que considero que de verdad sirve para algo, es que el equilibrio no se consigue, no se tiene… El equilibrio se mantiene.

Mantener el equilibrio. Eso es. Eso es lo que me parece más correcto decir.


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¿Qué hay ciertas cosas ayudan a mantenerlo?

¿Qué hay otras ciertas cosas que ayudan a acercarnos al equilibrio? También

Pero pensar que lo podemos obtener o conseguir como si de algo “estable” y duradero se tratase es algo que, bajo mi punto de vista, puede frustrar a más de uno.

Seguramente la mayoría de vosotros ya tiene esto claro y no necesita más explicación. Seguro.

Sin embargo, creo que a veces no viene mal volver a pensar los términos y volver a reflexionar sobre ellos, pues quién sabe si puede calar de otra manera o abrir otras puertas ¿verdad?.

También considero que hay personas que tienden más a “perder” el equilibrio, a pendular más de extremo a extremo, que otras. Hay personas que son más equilibradas que otras, y con ello no quiero marcar solamente dos categorías, como el blanco y el negro, como el equilibrado o el desequilibrado… Pues hay una amplia escala de grises.

Entonces quizá sea mejor decir que hay personas que se mantienen más equilibradas que otras. En líneas generales, eso sí.

Porque si miramos punto por punto, al ser los seres humanos unos “animalitos” tan multifactoriales, con tantísimos prismas, con tanta conexión con otras muchas cosas, y tan permeables… Pues decir que alguien mantiene el equilibrio en todo ya sería decir palabras mayores.

Y es que en el segundo que alcanzas el equilibrio perfecto, al segundo siguiente ya lo pierdes, quizá lo pierdes un 1%, a los cinco minutos lo pierdes un 5%, a los tres días un 40%. Quién sabe.

Como el funambulista, con su palo, su cuerda, y su vacío debajo.

Entonces ok, nos queda claro, el equilibrio se mantiene y no se posee, no se consigue tener como algo estable y, digamos, que cada día se trata de mantener sin certeza de más.

Ya desde adolescente yo notaba que no estaba equilibrada. Conductas extremistas, sensación de dejarme llevar mucho por las emociones, mal humor, rebeldía, ese sentimiento de no entender qué estaba pasando, para qué estaba aquí, cuál era mi lugar… Sí, lo sé, muy drama. Así era/soy yo cuando estoy lejos de esa postura que se sostiene en la cuerda con arte y gracia.

Os contaba que hablaba con mi suegra. Comentábamos el podcast número 3 y me decía esto:

  • Ella: “Tengo 80 años y aún no tengo claro si mi equilibrio interno lo he conseguido. Pero tengo claro que el externo me lo tiene que dar un bastón o un brazo amigo para no me pegármela…” súper graciosa es esta mujer cuando quiere
  • Yo: “Tengo 37 años y ya sé que el equilibrio no se consigue, se intenta mantener…” Esto lo dije en un momento de lucidez, pues soy la primera que comete el error de buscar el equilibrio perfecto en muchas cosas constantemente…
  • Ella: “¡Ay! Te estás haciendo mayor y más sabia” me quiere mucho mi suegra, sí.

Y esto no es para alardear de relación suegra-nuera, sino para comentar que podemos estar toda la vida con la sensación de que nunca vamos a llegar a conseguir el equilibrio. Y efectivamente así es. Nunca.

Ok. Aceptamos “mantener” como verbo. ¿Y ahora qué? ¿Cómo propones llegar al menos a ponernos de pie en la cuerda, con el palito largo y todo y lograr andar sin caernos al vacío, o a la red?

Pues lo rápido sería decir: “ni idea, cada uno tiene que encontrar su método, porque cada uno es único e irrepetible, etc…” Y adiós muy buenas.

Pero no, que si no esto se hace corto. Vamos a hablar un poco de esto a ver si entre todos sacamos algo en claro de qué podemos hacer.

Ojo. Recordad que simplemente soy una persona que comparte su experiencia. Ni soy psicóloga, ni terapeuta, ni nada por el estilo. Así que esto puedes tomártelo como mera diversión lectora, y si te viene bien, pues probar alguna cosilla.

Lo primero que te diría es que, si eres una persona que busca “un equilibrio en su vida”, cambies la frase y emplees el verbo “mantener”. A nivel cognitivo te va cambiando la perspectiva y eso ayuda a no “exigirte” de más.

Lo segundo que te diría es que busques rutinas que te ayuden un poco cada día en aquello que sientas que has perdido equilibrio. O bien estás en una postura muy extrema, o bien vas de lado a lado, o bien sientes que “eso no es típico de ti” o no está en línea con tus valores.

Quizá esos son los puntos clave para sentir en qué áreas estás perdiendo el pie.

También te diría que no hay fórmulas mágicas, que no hay atajos, que esto va de conocerse a uno mismo –como siempre- y de ser responsable y tomar acción.

Va de leer cosas sobre el tema que te preocupa, pero sin obsesionarte con el conocimiento. Va de experimentar cosas, pero sin apuntarte a un bombardeo. Va de poder conversarlo con tu gente, pero sin dramatizar ni ser monotemático. Y va de ir pasito a pasito, sin querer resultados ya.

Muy equilibrado todo ¿verdad?.

Las rutinas ayudan

Como os comentaba, las rutinas pueden ser un truco para comenzar a trabajar la sensación de equilibrio. De hecho se ha dicho siempre eso de: “el lunes me pongo a dieta”, “en enero dejo de fumar”, “en septiembre empiezo el gimnasio”. Y eso no es ni más ni menos que la búsqueda de nuevos hábitos, la búsqueda de equilibrar áreas de nuestra vida a través de la generación de nuevas rutinas.

Lunes, miércoles y viernes salir a correr 30 minutos. Por ejemplo.

Esto está muy bien, aunque salga del hartazgo desequilibrado. Está genial. Si te paras a pensar seguro que a día de hoy, en esa área de la vida en la que te encuentras como pez en el agua, súper zen, tranquilo, presente… equilibrado… En esa área seguro que alguna vez te sentiste desequilibrado. Y de alguna manera u otra te pusiste manos a la obra para llegar hasta donde estás ahora.

Y ahora cuando sientes “que te vas”, con pocos recursos y esfuerzos puedes volver a tener esa sensación de andar naturalmente sobre una cuerda fina sin caerte. A veces mejor, a veces peor, pero te mantienes.

Eso es.

A veces mejor, a veces peor. Esta sería otra cosa que destacaría. Alejarnos del perfeccionismo y acercarnos a hacer lo que mejor podamos.

Nuestro humor es extremadamente sensible a muchísimas cosas

Dormir mal un día, tener un problema en el trabajo, tener una discusión en casa, que tu hijo te haya hablado mal, una secuencia de pensamientos negativos, que te haya sentado mal la cena, que no te salga el texto como tú quieres, que hoy no tienes ideas, que estás cansado porque sí…

Entonces tener en cuenta esta híper sensibilidad a todo puede venir bien de cara a que seamos más amables con nosotros mismos a la hora de llevar a cabo nuestras rutinas.

Aunque practiquemos Mindfulness y seamos budas tibetanos o juncos flexibles, no está de más, si es que no tienes integradas este tipo de cosas ya, recordar que somos humanos y que, a veces, nos pasan cosas que nos pillan por sorpresa y pueden hacernos caer.

En el podcast y videocast hablo del ejemplo de Andrés Martín. Os dejo aquí la referencia a la entrevista.

También, es bastante tranquilizador entender que ese “a veces mejor a veces peor” es parte de la vida. Es ese balanceo que el funambulista realiza para no caerse. Así que es necesario.

Ok. ¿y qué rutinas propones?

Vuelvo a lo mismo de antes. Cada uno tiene que encontrar las suyas.

De un tiempo a estar parte hay millones de personas que compartes sus rutinas. Hay rutinas de todo tipo. De entrenamiento, de alimentación, para ser más productivo, para ser más eficiente, para leer más rápido, para aprender idiomas, rutinas de exposición al frío, de estiramientos, de enjuagues naturales, de posturas… de lo que quieras.

Así que de lo que te guste, investiga y aplica. Ensayo – error.

Hay muchísimos influencers de las redes sociales y demás que comparten cada día sus rutinas. Hay personas que te graban el típico “un día conmigo”.

Hay otros muchos autores de libros que han creado sus propios métodos de rutinas y hábitos. A veces más enfocados a términos de vida generales, a veces más específicos.

Hay incluso profesionales que venden sus rutinas como cursos para poder conseguir mayor bienestar, felicidad, y este tipo de cosas.

Depende de la persona que seas y de lo que te guste te fijarás más en unos o en otros. Te llamará más la atención unas cosas u otras. Lo normal.

¿Qué es lo que suele tener una rutina para que sea idónea para ti? Pues que te haga bien, que te siente bien, que te haga sentir más presente y más consciente. Más conectado. Ya sea porque te da energía, ya sea porque te relaja, ya sea porque te hace que te adaptes mejor a situaciones complicadas…

Y aquí puede entrar todo un elenco de opciones, que ya dependen de cada uno.

Pero ojo, como hemos comentado antes. Esto no es una cuestión de poseer y quedarte quieto y no volver a moverte. Mi punto de vista aquí es que hay rutinas que nos pueden venir bien para empezar, pero quizá luego ya podemos ir desechando y cambiando por otras. Porque al fin y al cabo, nuestra vida no es lineal.

A veces tenemos etapas con muchísimo trabajo y no podemos dedicarnos a esa rutina, a veces nos mudamos de casa y la rutina no se siente igual, a veces nos cambia la mentalidad, lo vemos de otra forma…

Y en esta búsqueda, en este ensayo error, quizá experimentes que vas haciendo progresos en este tema del equilibrio. Casi sin darte cuenta. Vas encontrando tus métodos, tus movimientos propios. Esos que te hacen mantenerte más tiempo en la cuerda e incluso andar alegremente por ella.

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