Relaciones, con Bea de Ureta
Bea de Ureta es psicóloga e instructora de Mindfulness, vive en Madrid, y está especializada en trauma y apego. A día de hoy pasa consulta mayoritariamente online. Además está planeando un taller de ocho semanas sobre dependencia emocional que tiene pensado hacer presencial en la capital.
Su proyecto es “Pronoia Psicología” y aquí os dejo el acceso a su web, desde la cual os podéis suscribir a su newsletter y recibir sus correos con todas sus novedades y consejos.
Bea de Ureta y yo hablamos en esta entrevista sobre relaciones, sobre la intimidad, sobre tener conversaciones incómodas con aquellos a los que queremos de verdad en nuestra vida. Hablamos sobre si es posible o no mostrarnos tal cual somos a pesar de nuestro miedo a ser rechazados.
Hablamos sobre los lenguajes del amor, sobre la infancia, sobre cómo los patrones familiares calan en nuestro subconsciente y modelan la manera de relacionarnos cuando somos adultos.
Y hay bromas, historias, metáforas y ejemplos para todo ello durante la conversación. Te invito a escucharla.
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La fórmula de la intimidad y cómo aplicarla a tu vida
Bea nos cuenta que el trauma con el que ella más trabaja es con el trauma relacional. Esto es, son traumas que no son derivados de un accidente o algo que comúnmente podemos llamar «eventos traumáticos» para el cuerpo, si no que son traumas que derivan de ambientes que se dan en la familia.
Las familas son entornos donde una persona pasa muchos años, además a edades tempranas, donde se está formado nuestra personalidad. Y en esos entornos hay patrones que se repiten una y otra vez, a veces son negligencias, maltratos o situaciones que, a la larga afectarán a la manera de relacionarnos cuando somos adultos.
«Somos seres relacionaes, que nos contruimos en relación. Las relaciones nos sanan y las relaciones nos enferman»
Bea remarca la importancia que tiene tener una red relacional para avanzar en la vida. Y esa red debe ser de calidad. Según ella, las personas no prestamos tanta atención a esto.
«Tener relaciones donde podamos caer, donde podamos sostenernos, eso son las relaciones íntimas. En eso tenemos que trabajar»
Bea nos comenta que ella tienen una fórmula para esa intimidad, una fórmula que ella cree que ayuda a la gente a orientarse cuando se sienten desconectados de los demás, ayuda a ver dónde se está fallando.
- LOS VALORES COMPARTIDOS: Según la invitada, es importante compartir los mismos valores con la otra persona. No es necesario que sean todos, pero cuando compartimos valores hay sinergia. Cuando encontramos parejas con valores de vida muy enfrentados, los problemas están asegurados y la intimidad es muy complicada que se de.
- LAS VULNERABILIDADES COMPARTIDAS: Si quieres intimidad es muy importante que compartas tu vulnerabilidad, que se vean las partes más oscuras, quizá aquellas de las que te puedes incluso avergonzar. Compartir sentimientos difíciles con alguien que sabes que puede recoger bien esas experiencias, es que es muy sanador y fomenta la intimidad y las relaciones sanas.
«Cuando hay trauma, lo que hay muchas veces es silencio, no se habla de esas experiencias. Entonces poder compatrirlas con alguien que las vaya a recibir bien, casi siempre estrecha mucho el vínculo con esa persona»
Obviamente, advierte Bea, hay que saber si un espacio es seguro o no. Pero es indudable que tenerun espacio con tu pareja o con tus amigos en el que tú puedas ser tú mismo calma el sistema nervioso, y es muy necesario propiciar esos espacios. No tienen que ser muchos, pero alguno tiene que haber.
De Ureta nos cuenta que incluso hay personas que aún teniendo vínculos donde pueden compartir vulnerabilidades, no lo hacen porque han aprendido que eso es peligroso hacerlo.
«Es triste que cuando tienes 20 o 30 años no aproveches los vínculos sanos que tienes por esos miedos del pasado»
Obviamente todos nos sentimos un poco amenazados cuando vamos a compartir aspectos vulnerables de nosotros. Sin embargo, es curioso cómo somos capaces de compartir transtornos médicos antes de contar nuestros transtornos psicológicos o nuestros problemas emocionales.
Podemos compartir casi con cualquiera que tenemos cáncer o que tenemos problemas de circulación en las piernas. Pero cuando es algo emocional nos avergonzamos y decidimos no compartirlo con las personas que más queremos.
«Compartir intimidad va de compatrir el mundo emocional y de compartir los rotos que tienes»
Por qué nos sentimos desconectados
Según Bea de Ureta, nos sentimos desconectados porque ocultamos partes de nosotros mismos.
Construimos protecciones y nos identificamos con ellas y desde ahí nos relacionamos con los demás, pero haciéndolo de este modo pierdes la autenticidad y pierdes la oportunidad de conectar con el otro.
Desde esa defensa que armo a nivel inconsciente para no sentir vergüenza o rechazo, consigo que la gente no me conozca realmente. Así que, precisamente lo que tratas de evitar, hace que la gente realmente no te vea y te desconecte.
«Por proteger nuestra imagen nos alejamos de los demás y no nos mostramos. Y ahí se produce una paradoja que es muy dolorosa, que es que lo que más queremos es relacionarnos con nuestra pareja y amigos y realmente nos aislamos y nos alejamos por este tipo de estrategias»
En este punto de la entrevista hablamos sobre los miedos raíz, miedos inconscientes que todos tenemos y que moldean nuestra personalidad y la manera que tenemos de relacionarnos con los demás.
Bea comenta los cinco impulsores de la personalidad de Henry David Thoreau. Ella se refiere a los seis impulsores de la personalidad, lo que él llamó Análisis Transaccional. Y son perfección, complacer, esfuerzo, rapidez, fortaleza y precaución. Aquí os dejo un enlace que podéis consultar si este tema os interesa.
Vivimos en el mundo de los hombres y las mujeres hechos a sí mismos
La invitada aborda ahora otro tema muy interesante, y es que hay que asumir que las personas somos muy importantes para las personas, pero ahora mismo se intenta romantizar mucho el tú contigo mismo y tú independiente y tú vas a ser el protagonista de tu bienestar. Y eso no deja de ser cierto, pero no debemos olvidar que el resto también puede colaborar en ese bienestar, y de hecho tiene que colaborar, remarca Bea.
Sin duda, y esto lo remarco yo personalmente, vivimos en una cultura en la que ésto está muy valorado. Al vivir en una sociedad tan de la imagen, tan del aparentar, estamos mostrando y mostrando todo el tiempo, pero en realidad es todo fachada.
Al final, por mucho que nos empeñemos en esconderlo de muchas maneras posibles, todos tenemos una pena interior, un miedo, una necesidad imperiosa de que nos quieran, de que nos acepten, de que nos reciban, de que nos acepten como somos.
Y nos protegemos psicológicamente de eventos que nos creemos que nos van a hacer daño.
«Tus sistemas de defensa están aquí para algo, tienen su función. Lo que pasa es que a veces se vuelven rígidos, te estás yendo al extremo»
Bea nos cuenta que ella trata con pacientes con emociones estancadas de la infancia que están muy arraigadas. Ella entiende que el paciente debe abrazar a su sistema de defensa, comprenderlo, y cuando esa persona se sienta segura, soltarlo.
Ella nos explica que cuando se disminuye esa intensidad emocional, cuando las personas nos sentimos seguras, conectamos con un sistema de compromiso social que es parte del sistema nervioso, y desde ahí nos es más natural comunicar nuestras vulnerabilidades. Cuando estamos inseguras nos cerramos.
Qué componentes son necesarios para crear la intimidad
Todo la conversación que estamos teniendo es para mejorar nuestras relaciones, porque las necesidades relacionales son fundamentales para nuestro bienestar. Si no tenemos cubiertas estas necesidades, no vamos a estar bien.
Aquí es cuando Bea nos invita a fijarnos si algo de lo que ella comenta falta en las relaciones. Por ejemplo habla de la seguridad, de ser aceptado como uno es, de generar impacto en la otra persona, de llevar una relación horizontal, o de la necesidad de expresar amor.
¿Cómo afectan nuestras experiencias tempranas a nuestra forma de relacionarnos como adultos?
En la familia se construyen muchos patrones que utilizaremos en la vida adulta. Las relaciones familiares construyen quién soy yo en el mundo, cómo es el mundo para mi y qué puedo esperar de los demás.
Con ese mapa voy a relacionarme con los demás cuando soy adulto. Es decir, lo aprendido en la infancia no te condena pero sí te puede condicionar.
En este apartado hablamos de ser modelo, de vernos a nosotros primeros y de darnos cuenta de que, ante todo, debemos conocernos a nosotros mismos y aceptarnos como somos para poder mejorar en lo que sea mejorable. Y así ser ejemplo también para nuestros hijos o para las futuras generaciones.
Muchas gracias a Bea de Ureta por haber contactado conmigo y por haber tenido esta charla tan interesante y, en ciertos momentos, tan divertida. Puedes encontrarla aquí