Lo que cambió mi vida: reflexión del 2024

Hay algo que la vida me ha enseñado en estos años: la actitud que tomamos ante lo que nos pasa puede cambiarlo todo.

No siempre podemos evitar los golpes ni controlar lo que sucede a nuestro alrededor, pero sí podemos decidir cómo enfrentarlo.

Y esa decisión, aunque no sea sencilla, puede marcar la diferencia.

No se trata de buscar la felicidad a toda costa, más bien se trata de aceptar la realidad tal como es.

Como decía Viktor Frankl en El hombre en busca de sentido: “Cuando no podemos cambiar una situación, tenemos el desafío de cambiarnos a nosotros mismos.”

A veces, esta aceptación de la realidad no es fácil, ni mucho menos. Pero si perseveras, al final todo encaja.

Y aquí está la clave, en la perseverancia, en saber que esto es algo que no nos sale de fábrica, hay que trabajarlo.

Es en este proceso donde he aprendido que mirar con gratitud y aprender de cada experiencia, incluso de las malas, transforma lo que vivo.

Para mí realmente ya no es un trabajo agotador, sino una elección constante, una determinación de no quedarme atrapada en lo negativo.

He comprobado que lo que decides cultivar dentro de ti, termina reflejándose en lo que vives fuera.

No es magia, pero funciona.

Incluso los momentos difíciles tienen algo que enseñarte, aunque al principio no lo veas.

Y cuando logras verlo, la vida comienza a abrirse de formas inesperadas.

Como dijo Albert Einstein: “Solo hay dos formas de vivir tu vida. Una es como si nada fuera un milagro. La otra es como si todo lo fuera.”

Así que aquí estamos, empezando otro año.

No importa lo que venga: sé que habrá algo valioso que aprender, algo por lo que agradecer y algo que disfrutar.

No espero nada del 2025, solo seguir aprendiendo de lo que la vida traiga, tal y como venga.