Hay un punto este año que trata sobre las relaciones con los demás. Algunos lo notarán más, otros no tanto, pero hay como un nexo común, como una llamada universal a observar cómo nos relacionamos con los demás. Y cómo nos relacionamos con nosotros también.
Hay momentos en la vida -antes o depués o durante o mientras tanto- en los que toca hacer una pequeña revisión a nuestra manera de relacionarnos. Un ITV de vínculos personales. Una invitación a las preguntas: ¿cómo son nuestras relaciones? ¿cómo las hacemos posibles? ¿son fáciles? ¿son reales? ¿son coherentes? ¿tenemos un rol establecido? ¿un patrón quizá?.
El susto, o la sorpresa, o el ¡ahá! moment, llega cuando descubres algo que te abre una cortina inmensa de tu vida, algo que te hace ver cómo te estás relacionando ahora y cómo te relacionaste en el pasado. Y cómo has ido repitiendo año tras año curso.
Sí, se te queda una cara rara, definitivamente. Una mezcla inicial de inocencia, de conocimiento de inconsciencia, algo de vergüenza y frustación. Luego, si tienes suerte, puede vernir una sensación de alegría al saber que ya has visto el tema de cerca y sabes de lo que se trata, así lo podrás evitar en presentes y futuras ocasiones. Y con mucha mucha suerte te saldrá hasta la risa floja. ¡Ayyyy qué ciegos estábamos!.
Pero ojo, porque saber el patrón viene bien para empezar a visualizarlo, pero no es suficiente para «deshacerte de él». Para cambiar las tornas es imprescindible estar muy presente, muy consciente, todos los días en tus relaciones, con los demás y contigo mismo/a. Porque lo que llevas haciendo casi 35 años día tras día, sale solo. Lo nuevo hay que trabajarlo.
Sí, la «nueva forma de ser», el «nuevo rol» tiene que forzarse durante un tiempo, y tienes que ver cómo te encuentras con él. Tienes también que ir ajustándolo porque si no es como que cojeas. Como que hay cosas incoherentes en tí.
También puede ser buen ejercicio ver los puntos en común que hay en como te relacionas con los demás y como te relacionas contigo mismo/a. ¿Te relacionas igual? ¿Tienes le mismo rol? ¿Qué te dices a tí mismo? ¿Hay coherencia?
No es fácil. No lo es. Pero bueno, nadie dijo que lo fuera ¿no?. Si esto es parte de la vida, habrá que encontrar la manera de disfrutar haciéndolo.
Ejercicio que podéis practicar:
Uno. En una conversación aleatoria con una amiga, pareja, compañero de trabajo (alguien con quien trates bastante), analiza cómo te has sentido, si has podido expresar lo que querías, si no… Cuestiona lo que consideres o lo que tu intuición te diga que cuestiones. Y analiza. Luego puedes ir analizando diferentes conversaciones aleatorias e ir viendo si tienes un patrón. Pueden haber comportamientos de control, de sumisión, de encargarte de todo, de no dejar expresarse a los demás, de silencio, de callar, de hablar demasiado, de descontrol… ¿Eres capaz de ver tu propio patrón?
Dos. También puedes pensar en las siguientes preguntas: ¿cómo te defines? ¿cómo explicas a los demás lo que te pasa? ¿sueles guardarte los sentimientos o los expones? ¿cóm te defiendes cuando toca? ¿cómo te gustaría que te viesen los demás? ¿cómo querrías, de verdad, presentarte al mundo?
Tres. Tómate varios vodkas o emborráchate con alguien de mucha confianza y que te conozca bien para divagar juntos/as sobre el tema. Apuntar las conclusiones en una libreta por si falla la memoria al día siguiente. ¡jajaja! es broma 🙂
¡Suerte con eso chicos/as!
Photo by Benjamin Voros on Unsplash
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