Cuando nos siguen sorprendiendo. Reconocer lo que nos diferencia.

Cuando nos siguen sorprendiendo. Reconocer lo que nos diferencia.

Si tuvieses la posibilidad de hacerte con el libro que cuenta tu vida de principio a fin ¿lo comprarías? ¿lo leerías? ¿lo destruirías sin ni siquiera abrirlo?

Según lo que hayas contestado estarás dentro de un grupo de personas u otro, y esto no va de etiquetas pero sí que va un poco de clasificación, lo queramos o no.

Porque sinceramente, habrá un grupo de vosotros que haya elegido leer el libro inmediatamente y con una curiosidad irrefrenable, habrá un grupo que lo habrá comprado pero no querrá leerlo a no ser que pase algo muy grave en su vida. Y habrá otro grupo que no quiera saber nada de ese libro.

Y lanzo esta pregunta porque el otro día, escuchando una entrevista de Alberto Peña Charaviño a Ángel Alegre salió ese tema -y aquí podéis ver la entrevista completa-, y Ángel no quería saber nada de ese libro, pero Alberto reconoció que él sí lo leería y, además, inmediatamente.

 

Y es curioso ver esa exposición de diferencias tan opuestas, esas formas de ser tan diferentes, señalando algo aparentemente normal como puede ser que unos quieren una cosa y otros otra, entre risas, historias, anécdotas… Con total aceptación y respeto. Con comprensión.

 

Este hecho aislado me hizo pensar que ésta no es sino una muestra más de que todos somos diferentes, aunque también se nos puede clasificar a groso modo en ciertos grupos de comportamientos o personalidades.

Es decir, somos únicos pero también compartimos clichés con muchas otras personas.

Están los que comprarían el libro porque quieren tener control y seguridad en su vida, están los que lo comprarían pero no lo leerían a no ser que pasase algo muy grave, y están los que lo destruirían para que ni él ni nadie lo leyese porque buscan la aventura, lo inesperado, lo inexplorado, buscan vivir y que nadie les cuente lo que va a pasar…

Creo que también podrían estar los que lo leerían e intentarían hacer todo lo contrario a lo que dice para ver qué pasa.

Recuerda que tienes este artículo en formato #podcast y en formato vídeo.

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Aquí tienes el vídeo del episodio:

¿Cómo puede ser que todavía me sorprenda?

Todo esto viene también al hilo de la reflexión de una sensación de sorpresa cuando algo de alguien te sigue sorprendiendo con algo que dice o hace.

Hablas con tu amigo X que llevas tiempo sin saber de él. Te cuenta qué tal le va, lo contento que está, sus proyectos de futuro y demás y acaba la conversación. Gracias por llamar, hasta la próxima.

¿Te sorprende que no te pregunte qué tal estás? ¿Te sorprende que te siga sorprendiendo? ¿Te sorprendes al darte cuenta de que quieres que te pregunten cómo estás tú y tú también hablar? Ojo que esta es otra posibilidad…

Otro ejemplo.

Mantienes una conversación con otra persona cercana, ella expone sus ideas, tu escuchas intentando compartir lo que piensas, no estás muy de acuerdo con lo que dice, aún así se mantiene la conversación cordialmente hasta que se acaba. Momentos más tarde estás en tensión, tienes la mandíbula apretada y sientes como una llamita en tu interior.

¿Cómo puede pensar así? ¿Cómo puede decir eso? ¡Está tan equivocada! ¿No se da cuenta de que…?

¿Te sorprende? ¿Te sorprende que te siga sorprendiendo? ¿Sientes rabia por no haber expuesto tu punto de vista, por no haberle hecho ver que no tenía “razón” o por que no estaba esa persona en sintonía con tu forma de pensar?

Aquí también recomiendo ver el artículo de «Cuando no estoy de acuerdo»

En fin, son muchos ejemplos lo que pueden salir de aquí, y la finalidad es la misma.

Somos diferentes y nos cuesta aceptarlo. Lo sabemos de libro pero a la hora de la verdad nos cuesta comprenderlo, nos cuesta vivir con ello, sin más.

A veces sentimos la necesidad imperiosa de cambiar al otro, de decirle lo que ha hecho mal o de remarcarle dónde no se ha dado cuenta… Y mi pregunta es ¿por qué?

Y aquí también podría haber otra clasificación, la de los que no les cuesta aceptar la diferencia con los demás, es decir, lo tienen tan asumido que todos somos diferentes que alucinan de estar leyendo sobre lo que yo estoy escribiendo ahora mismo, y es que “no entienden que haya gente así”.

Y también están los que entienden perfectamente a lo que me refiero, los sorprendidos aún por descubrir que unos comprarían el libro y otros no…

¿En qué grupo estás tú? 🙂

Entender vs Comprender

El otro día estuve revisando la diferencia entre estos dos términos, que a veces los usamos como sinónimos aunque no lo son.

Entender es tener la capacidad intelectual para asimilar un razonamiento de lo que sucede, de una explicación, un hecho, etc. Es algo mental. Entender un idioma, una frase, su significado, etc.

Comprender es sentir, empatizar, aceptar, asimilar… Sin debates, sin querer cambiar nada ni añadir nada. Es algo emocional. Comprender sería aceptar que la otra persona es diferente y puede pensar de otra manera y puede actuar de aquella otra manera, decir lo que dice, etc.

Pues sí, me sigue sorprendiendo

Y yo, confieso, aún habiendo reflexionado todo esto, hay veces que no comprendo a las personas. Me sigue sorprendiendo ciertos comentarios, ciertas posturas, ciertos pensamientos…

Pero al rato me doy cuenta y me digo: ¡me sorprendo de que me sigan sorprendiendo!

Y entonces recuerdo el ejemplo del libro de la vida, de que hay gente que lo compraría con los ojos cerrados, que hay gente que lo quemaría en la hoguera, y que podemos convivir todos e intentar comprendernos los unos a los otros.

Conclusión

Este post no es sino una llamada a la aceptación del otro, una manera de contarlo diferente para que podamos seguir dándonos cuenta de que no es tan fácil vaciar nuestra mente de sesgos propios y abrirnos a la aceptación del otro. Pero que se puede.

Nos pasa con conocidos, con amigos, con padres, con hermanos, con hijos… Nos pasa, tenemos que ser conscientes y acordarnos cuando algo nos sorprenda.

Y no pasa nada si algún día no te das cuenta. Otro día te darás. Sin presión 🙂

Foto destacada: by Nathan Bingle on Unsplash
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