1. La verdad que no siempre beneficia:

«¡De ninguna manera» Esta purificación, esta confesión te beneficiará a tí, no a él. No, creo que si, de verdad quieres ayudar a tu paciente, deberás vivir con la mentira»

A veces pensamos que la honestidad es la mejor opción, pero la vida a veces nos enseña que hay momentos en que ser totalmente sincero puede causar daño innecesario o ir en detrimento del otro.

Hay situaciones donde la verdad cruda puede abrumar al otro y crear una distancia que perjudica las relaciones.

Es muy importante considerar las motivaciones que hay detrás de buscar ese momento de sinceridad. Tenemos que preguntarnos si, en esa situación concreta, queremos satisfacer una necesidad personal de no acarrear con cierta información o vencer la sensación de ocultar algo, o realmente  queremos ayudar al otro.

2. La oportunidad de decir “No”:

«No haber aceptado la oferta de Eva. Pienso muy a menudo en esa oportunidad perdida. Es otro de los pensamientos que me atormentan….Era una oportunidad única y no se volverá a presentar. -¡También fue una oportunidad única decir que no! Decir un bendito «no» a una depredadora. Y usted aprovechó esa oportunidad»

Lo más normal actualmente es que nos atormentemos con los “qué habría pasado si…”, enfocándonos tan solo en lo que hemos perdido. Es el famoso FOMO (Fear Of Missing Out).

Pocas veces nos paramos a pensar que cada “no” es una afirmación de nuestros valores y de nuestra libertad. Es el rechazo consciente.

Párate a pensar y valora si estás donde estás por haber dicho más veces «no» que «sí», o si has dicho más veces «sí» que «no». Es una reflexión interesante.

De la misma manera puedes deducir que haber dicho que «no» a algo es haber dicho que «sí» a otra opción.

3. Manipulación emocional:

«Pero sí había exgaerado sus sentimientos con la intención de orquestar la confesión de Nietzche… aquella estrategia no había surtido efecto»

A veces tenemos una corazonada con alguien y buscamos la manera de que «confiese». Queremos extraer de la persona esas palabras que delatarían que nosotros tenemos razón, que nuestra intuición va por buen camino.

En esa búsqueda de tener la razón podemos forzar conversaciones y situaciones no muy cómodas para el otro. Lo que debería ser un acto de que apoyo y de querer estar ahí para el otro, se convierte en una estrategia para ver cómo yo puedo salir ganador y colgarme la medalla de que «la razón».

En esta estrategia muchas veces entra el exagerar sentimientos o manipular lo que decimos para provocar una reacción en otros.

Se haga consciente o inconscientemente, este hecho suele tener un efecto contraproducente, generando desconfianza y alejando a la otra persona.

Rebajar la soberbia, estar abiertos a la idea de que quizá estamos equivocados, y no forzar las situaciones con expectativas implícitas es crucial.

4. El propósito de los pensamientos recurrentes:

«No obstante son sus pensamientos y es su mente. Me pregunto qué beneficio obtiene usted al permitir que esto ocurra o al hacer que ocurra, Para la charla de mañana, considere, por favor, la siguiente pregunta: si usted no tuviera estos pensamientos extraños ¿en qué pensaría?»

Los pensamientos recurrentes, aunque dolorosos o desconcertantes, suelen tener un propósito escondido, incluso si son desadaptativos.

Mantienen ciertas dinámicas en nuestra vida, a veces para evitar enfrentar el vacío o el miedo al cambio.

Es muy común enredarse en un bucle de pensamientos que no nos aportan nada positivo. ¿Por qué? Porque es lo que conocemos y porque están cumpliendo otra función, mantenernos alejados de aquello que no conocemos, de lo que nos incomoda.

Nos mantienen en un entorno que dominamos, y perpetuamos así nuestra situación, recibiendo a cambio el bienestar de lo que nos es familiar.

Preguntarnos qué obtenemos al permitir que estos pensamientos nos dominen es clave para desmantelar patrones mentales repetitivos y abrir la puerta a nuevas formas de pensar y actuar.

5. El catre duro de Nietzsche:

«¿No será de los que fingen dar sólo para que les den? Yo no le daré absolutamente nada. Cuando un amigo necesita un lugar sobre el que descansar, lo mejor es ofrecerle un catre duro».

Nietzsche tiene una visión poco convencional de la ayuda. A veces, dar comodidad no es lo que necesitamos para crecer.

Ofrecer un “catre duro” puede ser una metáfora de dar espacio para que la persona se enfrente a sus propios desafíos, sin caer en la complacencia o en rescatarle antes de tiempo.

Esta dureza puede ser la oportunidad para desarrollar la resiliencia y la verdadera autonomía.

Puede parecer una postura cruel, pero en su justa medida, ofrecer resistencia e incomodidad puede dar grandes resultados.

6. Gobernarse a sí mismo:

«Quien no se obedece a sí mismo es gobernado por otros. Es más fácil obedecer a otro que gobernarse a sí mismo».

La auto-disciplina y la capacidad de gobernarse son de las tareas más difíciles del desarrollo personal. Resulta más fácil dejarse llevar por lo que otros esperan de nosotros. Cuando la responsabilidad recae fuera, nosotros aligeramos nuestra carga y sentimos la falsa sensación de que estamos protegidos ante lo que pueda pasar.

Sin embargo, gobernarnos a nosotros mismos implica un compromiso profundo con nuestra propia autenticidad y con nuestras decisiones.

El autocontrol es, seguramente, una de las facetas más complicadas a la hora de hacer cambios sustanciales en tu vida. Cambiar los impulsos es la clave de toda transformación real.

Es un proceso desafiante, pero la clave para la verdadera libertad.

7. Las preocupaciones correctas:

«El problema es que usted está preocupado por el motivo que no corresponde»

En nuestras vidas, las preocupaciones están siempre presentes, pero a menudo nos obsesionamos con cosas que no son relevantes o que están fuera de nuestro control.

Parte del crecimiento personal consiste en aprender a distinguir qué merece nuestra preocupación y qué no, y esto ya nos lo decían los famosos filósofos estoicos.

La clave está en asegurarnos de que nuestra incomodidad nos acerque a nuestras metas y no nos aleje de nuestra paz interior.

Todos nos preocupamos por algo, y es completamente normal. Entonces, lo más inteligente es que, ya que nos preocupamos por cosas, que esas cosas sean realmente de utilidad en mi día a día, y que marquen claramente la diferencia.

8. Hacer tu propio camino:

«Yo no puedo decirle cómo vivir de manera diferente, porque si lo hiciera, usted seguiría viviendo según el designio de otro»

La autonomía en el desarrollo personal implica tomar nuestras propias decisiones. Es tentador buscar en otros respuestas sobre cómo vivir, pero eso solo nos lleva a replicar caminos ajenos.

La verdadera transformación ocurre cuando nos atrevemos a trazar nuestro propio sendero, asumiendo la incertidumbre y el desafío de hacer lo que resuena con nuestra esencia más profunda.

Es un error, también, ser aquella persona que marca el camino a los demás, que dirige haciendo dependientes e inútiles a personas con gran potencial.

Tan complicado es saber discernir cuándo seguir directrices y cuándo no, como saber dirigir a un equipo, un departamento o una familia.