Desgranando la Psicopolítica de Byung-Chul Han

Desgranando la Psicopolítica de Byung-Chul Han

Desgranando la Psicopolítica de Byung-Chul Han

Lo primero que me viene a la mente al intentar hacer un resumen de los puntos clave de este libro es: “A ver cómo lo hago para que no suene conspiranoico y las personas entiendan lo que este señor de nombre impronunciable quiere decir”

Psicopolítica es uno de los múltiples ensayos del filósofo de origen coreano Byung-Chul Han. Otros ensayos suyos son: La expulsión de lo distinto, La sociedad de la transparencia o La sociedad del cansancio. No son obras muy extensas, aunque puede que algo complicadas de seguir en ciertos puntos para aquellos que no tenemos tanta formación en filosofía.

Psicopolítica fue escrito en 2014, y esto es lo primero que habría que tener en cuenta para contextualizar todo lo que vamos a hablar. Términos como burnout, ahora muy escuchados, todavía no se estaban planteando en el debate global, y él los comenta a fondo. Psicopolítica es un ensayo que trata sobre temas muy actuales a día de hoy, en el 2023.

En Psicopolítica Byung-Chul Han desgrana lo que serían las técnicas de poder del capitalismo neoliberal. Y cuando hablamos de “capitalismo neoliberal” pueden activarse las alarmas y directamente tener ganas de salir de este artículo corriendo. ¿De qué me vas a hablar? ¿De política económica? ¿De comercio? ¿De tendencias sociológicas?

Bueno, no exactamente, y podemos hacerlo más sencillo y traducirlo a un idioma que no genere tanto rechazo.

El caso es que según el autor, este capitalismo neoliberal, que no deja de ser el tipo de política en la que estamos inmersos hoy en día, accede directamente a nuestra psique, a nuestra mente, incluso a nuestro inconsciente.

Y aquí es donde la cosa puede pasar del tremendo aburrimiento económico-político-social, al “esto me suena a conspiración y esferas de poder superior que intentan someternos a todos y controlar nuestros actos”.

Pues no puedo negar que es un poco de todo eso. Pero vamos a intentar hacerlo fácil y ameno.

Byung-Chul Han comenta en este ensayo que actualmente estamos viviendo en un sistema de dominación que emplea un poder seductor e inteligente -smart- que consigue que las personas se sometan a sí mismas, ellas solas, sin que el propio sistema tenga que hacer “nada”.

Es decir, que la política o el poder dominante de hoy no se representa como un gran jefe opresor sometiendo al pueblo, obligándolo a trabajar y a generar dinero y a aportar a la causa a base de amenazas, castigos físicos o sometimientos autoritarios.

No.

Actualmente el poder dominante, la política o la cultura, como lo quieras llamar, somete a la sociedad de una manera tal que parece que no somete. No hay látigos, ni amenazas de castigos ni sentimiento de estar coaccionados. De hecho hay una completa sensación de libertad. Sensación totalmente ilusoria. Y aquí empieza la marcha.

 

Del «deber hacer» a las infinitas posibilidades del «si quieres, puedes»

 

Actualmente nos consideramos individuos libres, no coaccionados. Compartimos -o exhibimos- nuestra vida en internet, contamos nuestras cosas, navegamos, compramos, vendemos, nos comunicamos… No hay restricción en cuanto a la transacción de nuestros datos. Nos convertimos en seres transparentes que todo lo decimos, y además de forma “efusiva y voluntaria”.

Mientras tanto, la psicopolítica se sirve del Big Data para apoderarse de esos datos que emitimos gustosamente.

La herramienta, gracias a toda esa información, puede hacer pronósticos sobre el comportamiento de las personas y condicionarlas a un nivel “prerreflexivo”, esto es, antes de que podamos pensar en ellas. Y así el propio sistema explota esa supuesta libertad.

Pero ¿cómo funciona esto de sentirnos libres sin serlo? En este asunto hay muchas referencias a otros filósofos a los que mi conocimiento no llega, pero lo importante del asunto es que estamos ante una fase histórica en la que prima la “libertad del poder hacer”. Y esta libertad del “tener opciones” genera en sí más coacción que cuando estábamos sometidos a la disciplina del “deber”.

¿Por qué? Porque ese “deber” tenía límites, y el “poder hacer” no los tiene.

Piénsalo bien, en una cultura en el que priman los claims tipo “si quieres, puedes”, “solamente tienes que soñarlo para conseguirlo”, “you can do it”, etc, es la propia persona la que se está autoexplotando constantemente sin límites. Porque no hay nadie realmente que pueda o quiera pararle, solamente él mismo.

¿Y en qué está desembocando todo esto? En el famoso síndrome de burnout, en depresiones, en frustración constantes, en intentar eliminar a toda costa “lo malo que hay en mi” para poder seguir siendo funcional en el sistema, en la sociedad, estar metido en la rueda.

 

Autoexplotación

 

El autor nos habla de que antes de este capitalismo neoliberal, la sociedad intentaba eliminar lo malo que había en el sistema para que éste fuese funcional. Como quien intenta limpiar los gérmenes de la cocina o el baño para poder seguir cocinando al día siguiente. A través de ciertas instituciones de control y poder, digamos que se iba educando a la sociedad a que se cuidase la salud con sistemas de prevención por ejemplo, y cosas por el estilo. De esta manera las personas reclamaban cierto servicios que mejoraban el sistema y permitían que la sociedad siguiese evolucionando.

Sin embargo, en la sociedad en la que vivimos ahora parece que “esos gérmenes” que hay que exterminar están en nosotros mismos. Son nuestras creencias limitantes, nuestros pensamientos negativos, nuestra incapacidad para gestionar las emociones, para reducir el estrés, la imposibilidad de conciliar vida laboral y familiar. Tenemos que ser productivos, resolutivos y funcionales para seguir estando adaptados al sistema.

¿No suena raro? Es decir, nos encontramos ante un sistema que, aparentemente no ejerce presión, ni violencia, ni sensación de control. Pero por otro lado nosotros mismos somos los que estamos presionándonos para ser emprendedores de éxito, o para mejorar como personas, o para autoconocernos y superar nuestras barreras mentales, o intentando ser más productivos a base de rutinas, dietas y gadgets que miden nuestras constantes vitales.

¿Y todo esto para qué? Para permanecer en el sistema, para que el sistema siga funcionando, que la rueda no pare de girar. Estamos enganchados al dinero, a lo que nos da y a lo que podemos conseguir a través de él, a lo material, a nuestras comodidades, a nuestra exposición virtual, a los likes, al reconocimiento, a lo externo, a la valoración, al supuesto crecimiento que otros marcan… Y todo eso es el sistema. Y así somos esclavos sin darnos cuenta.

Antes, cuando el sistema mostraba fallos y las personas los veían, los señalaban y se intentaban arreglar. Ahora parece que los fallos del sistema son inexistentes, y que realmente quien tiene el fallo es la persona, que no está “lo suficientemente trabajada” o que está “acomodada” o no está “aprovechando la vida” o no sabe gestionar sus negocios hacia el éxito… La responsabilidad de los fallos del sistema cae directamente en las personas, las cuales las aceptan sin rechistar y se ponen manos a la obra para poder “arreglarse”, no dándose cuenta del verdadero origen de la situación, o al menos no viendo lo que se dice la «whole picture».

 

Nos quejamos sin hacer nada

 

En este punto Byung-Chul Han hace una similitud del capitalismo con la religión, recordando que el ser humano realmente nunca ha querido ser libre, porque desde los inicios ha buscado a alguna fuerza de la naturaleza mayor que él para someterse. Frente a Dios todos somos culpables, y la culpa elimina la libertad. “Los predicadores evangélicos de hoy son los managers y entrenadores motivacionales que predican el nuevo evangelio del rendimiento y la optimización sin límite”.

El neoliberalismo convierte al ciudadano en consumidor y la libertad del ciudadano cede ante la pasividad del consumidor. Esto es, el votante por ejemplo actúa como un consumidor de servicios , y el político como un proveedor de esos servicios prometidos. De esta manera el ciudadano nunca se comporta como un verdadero ciudadano perteneciente a un sistema social, si no que pasa al bando del consumidor, quejándose pasivamente de lo que el político no hace, pero nada más.

De hecho, según comenta el autor, “la transparencia que hoy se exige a los políticos es de todo menos una reivindicación política”, ya que la finalidad es más ridiculizar a la persona y no desgranar el entramado de procesos políticos de decisión de una u otra acción política. “La sociedad de la transparencia, poblada de espectadores y consumidores, funda la democracia de espectadores”.

“El sujeto de rendimiento neoliberal es empresario de si mismo, se explota de forma voluntaria y apasionada. El yo como obra de arte es una apariencia hermosa, engañosa, que el régimen neoliberal mantiene para poderlo explotar totalmente”

Concretando, en la sociedad de hoy nadie se siente coaccionado ni vigilado. Al contrario, vivimos en la era de la positividad y el “me gusta”. Las llamadas “psicodisciplinas” toman la delantera y se adelantan a los anhelos, deseos y necesidades de las personas con la ayuda del Big Data. Y así el consumo no se reprime, si no que se maximiza. “Se nos anima a consumir y a comunicar”.

¿Y cómo se mantiene esta esfera de positividad y aparente libertad que mantiene al consumo como centro del universo? Subiendo el tono emocional y bajando el tono racional. La vertiginosa velocidad a la que circula la información a día de hoy no permite que haya tiempo para racionalizar. Las emociones abren un nuevo campo de consumo y son cada vez más relevantes en todos los sectores de la vida de la persona y la psicopolítica se aprovecha de este aspecto y lo explota.

Y esto se ve bastante en las técnicas de copywritting tan de moda actualmente. ¿A qué aluden todos los gurús de este sector? Puntos de dolor, carencias, sensación de pérdida, de no inclusión, de no alcanzar…

 

Problemas y soluciones

 

Bueno, y después de todo este resumen en el que he tenido que dejar varios puntos de lado para no extenderme, ¿dónde están los problemas más acuciantes y dónde las soluciones?

Pues uno de los principales problemas, a parte de los que ya hemos hablando, es la cosificación de la sociedad, en el sentido de objeto que se puede medir y dirigir  al antojo del que posea los conocimientos suficientes.

En ese sentido, está claro que a un nivel no muy consciente puede haber un sentimiento de que todos debemos pasar por ese aro, que debemos ser así y no salirnos del tiesto. Consumir, comunicar, exponernos, pensar lo mismo, sentir lo mismo, vivir las mismas experiencias. Parece como que si te sales de esa dinámica directamente “no existes”.

Para que la comunicación siga fluyendo, para que el sistema siga en marcha y mejore, debemos ser iguales al resto, debemos mejorarnos a nosotros mismos, señalar nuestros defectos, arreglarlos y seguir haciendo que la rueda del sistema gire, que es la que nos da las alegrías. En definitiva, seguir consumiendo lo que toque en ese momento.

¿Y qué pasa con lo diferente? Pues que lo diferente frena esa aceleración, esa comunicación que fluye toda por el mismo camino. Lo que se sale de la dinámica hay que apartarlo, erradicarlo, hay que impedir que frene esta velocidad crucero que llevamos.

Y aquí Byung-Chul Han habla del idiota, del filósofo, del que no habla, del que no comparte. “La dificultad de hoy en día no estriba en expresar libremente nuestra opinión, sino en generar espacios libres de soledad y silencio en los que encontramos algo que decir”.

El idiota es aquél que intenta no seguir al resto, que busca entusiasmarse con nuevas ideas y formas de ver la vida. Que cuestiona lo establecido y se abre a nuevas propuestas. Es el hereje moderno, el que se desvía de la ortodoxia.

Realmente la propuesta de Byung-Chul Han es mucho más profunda que todo esto que os he intentado contar, por eso os animo a que leáis sus ideas, aunque sea para reflexionar sobre otra visión de las cosas y conocer otros puntos de vista.

El libro:

Psicopolítica de Byung-Chul Han, 2014, aquí.

Imagen de portada, aquí.

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Anita Balle

Publicista y Autora de este Blog

La parte cotilla de todo esto

Publicista, estudiante de Psicología y Morfopsicología. Aprendiz de coaches y otros mentores. Madre de familia y pareja de ingeniero. Actualmente viviendo en Hamburgo.

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