Tenemos algo en común

Tenemos algo en común

Tenemos algo en común

Depresivas, dramáticas, optimistas, buscadoras de placer, hiperactivas, pasotas… Seas como seas tenemos algo en común: nuestro propio sufrimiento.

 

¡Joder Ana, ya estamos otra vez! ¿Pero es que no puedes hablar de cosas sencillitas?

Que sí, que sí, que claro que sé. Que yo te puedo contar cualquier historia que quieras. Lo malo es que tal y como yo entiendo la vida es así, una especie de ying-yang vivencial en el que en todo lo positivo hay un matiz negativo, y en todo lo negativo un matiz positivo.

Y cuando digo “sufrimiento” que cada uno se sienta libre de cambiarlo por otra palabra que le sea más cómoda. Por ejemplo “malestar”, “incomodidad”, “no estar bien”. Lo que quieras. Si ves que “sufrimiento” es demasiado para ti, rebájalo a tu antojo.

Podéis escuchar esta reflexión en versión podcast en las plataformas típicas de Spotify, Google Podcast, Anchor, Ivoox y Apple Podcast. También lo podéis ver en formato video en YouTube.

El caso es que estaba hoy escuchando mientras corría una entrevista a Joseba Beloki, el ciclista. Me gustan mucho las entrevistas a los deportistas, artistas y gente conocida en general, y si duran entre 1 hora y 1 hora y media me gusta elegirlas para que me acompañen en mi calvario corredor.

Pero no voy buscando que sean personas con aprendizajes de vida memorables, situaciones graves, crisis conocidas ni nada por el estilo. Realmente los elijo por casualidad, porque me suenan, porque en su día me gustaban o lo que sea. Es decir, que es casi al azar y realmente no sé qué van a contar.

Entonces lo dicho, que una vez más, y os juro que yo no lo hago adrede, Joseba Beloki acaba la entrevista hablando de algo muy personal que conecta con este tema del “sufrimiento” que os decía. Así que no soy yo, es la gente que habla de sus penurias y yo me las encuentro. Bueno sí soy yo, porque descifro ese mensaje muy fácilmente, por muy codificado que esté.

Él concretamente decía que en su vida había habido “más Tours personales que deportivos”. Así que imaginaos las vivencias del chaval.

El caso es que es otro testimonio más de que la vida no es un camino de rosas, ni para la gente famosa ni no famosa. Pero esto no se nos mete en la cabeza debidamente, y sinceramente nunca lo hará, porque nuestra mente es así -de capulla-.

Beloki habla de la comparativa, no cuando era ciclista profesional, ahí parecía que tenía todo bajo control, sino cuando ya colgó el maillot y pasó a hacer carreras populares. Comenta que compararse con los demás sin filtro ninguno y sin atender al contexto personal hace que pierdas el sentido de las cosas y pasas de disfrutar de tus entrenamientos a obsesionarte.

La comparativa es algo de siempre, algunos lo viven más profundamente y otros menos. Es decir, algunos se quedan totalmente fusionados con esos pensamientos en su cabeza y otros saben perfectamente alejarse de esos discursos que no aportan nada bueno. Pero estar, están. Es humano.

Pues eso, que como Beloki, al final todos lo pasamos mal, todos sufrimos y no solamente subiendo puertos de montaña. “Todos tenemos una vida y la vida en sí es un reto” decía él en la entrevista. Hoy estás bien, mañana pasa algo y no estás bien. Mañana te pones enfermo, mañana pierdes tu trabajo, mañana se pone enfermo un familiar, mañana tienes que empezar a planear una mudanza, o cosas mucho peores… Lo que sea.

Se trastoca tu status quo, las cosas cambian, las prioridades se reorganizan… Ya no lo estás pasando bien así en general, ahora hay sufrimiento, hay malestar. Nos pasa a todos, por mucho que saquemos nuestra mejor sonrisa en los formatos cuadrados de Instagram.

¿Saldrás? ¡Claro! Pero no sabes cuánto va a tardar. ¿Y mientras qué hago? Mientras aguantas el tirón y haces lo que puedes. No hay más.

Pierdes la ilusión, te sientes vacío, sientes que todo se quedará así como está y nunca cambiará. Te cuesta ver a largo plazo porque la sensación es tan desagradable que imaginas una vida así y piensas que todo será un horror. Una vez más la mente juega una mala pasada aquí, y si te fusionas con estos pensamientos más te costará salir. Pero esto ya lo sabemos ¿no?.

Y aún teniendo claro que saldremos de esta, que “Dios aprieta pero no ahoga”, que “No hay mal que 100 años dure” y de que “lo que no nos mata nos hace más fuertes”, seguimos empeñados en evitar situaciones de incomodidad y buscar siempre sensaciones placenteras. Es así y también es humano. No nos gusta sentir malestar, a nadie.

Ya Ana, pero hay situaciones que no son para tanto ¿no? Hay gente que se queja de vicio.

Sí, puede ser que haya gente que necesite más palos para darse cuenta de las cosas, pero le duelen igual. Lo que duele, duele. Y eso es lo que tenemos en común Beloki, Madonna, Will Smith, tú, tu profesor de universidad y yo. El dolor y la sensación de incomodidad, de malestar, de no estar bien. Querer que pase, que pase rápido, que no haga más destrozos.

Eso sí, hasta que te das cuenta de que no estás bien, puede haber diversas estrategias. Algunas somos de las que fácilmente lo sentimos y en seguida sabemos que algo pasa, aunque eso no garantiza el éxito en la resolución del problema.

Otros, como cuenta Beloki, piensan que “pueden con todo y esto no va a ser menos”… Cuando se quieren dar cuenta están sumidos en un hoyo mucho más profundo que antes y del que no han sido conscientes cómo han llegado. Han tirado tanto de positivismo y ver el lado brillante de las cosas que se han cegado completamente.

Pero cuando estás pasándolo mal, cuando estás muy metido en esa sensación, es algo duro y muy incómodo, sea provocado por lo que sea provocado, da igual el motivo y la estrategia que estés utilizando. Si en ese momento te digo que al final del camino te sentirás orgulloso de tus aprendizajes, es probable que me mandes a la mierda. Y es que los momentos jodidos son eso, muy jodidos.

Seas como seas, aunque seas optimista, súper zen o seas de los que siempre buscan el lado positivo de las cosas, también sufres y lo pasas mal. Admítelo. Y no te digo que no hagas honor a tu personalidad y busques esa ventanita por la que se cuela la luz, pero no por ello dejes de intentar adaptar tu visión a la oscuridad, allí puedes encontrar cosas también muy valiosas para tu día a día.

No pienses que estar mal es algo que resta en tu vida, te sorprenderías de las personas que agradecen sus malos momentos, porque gracias a ellos han aprendido algo muy importante en sus vidas. O han podido desarrollar herramientas cruciales en su desarrollo personal e incluso profesional.

Intentar animar a las personas que están pasándolo regular aludiendo a la voluntad de cambiar automáticamente el estado de ánimo es no ver la realidad y no querer conectar con el dolor de los demás. Cuando te dicen “Anímate mujer” o te dan consejos para salir de una situación, en ocasiones es más doloroso aún, porque te hacen sentir como si fuese tu responsabilidad el estar así, y eso no es cierto.

Está claro que hay buena voluntad, pero hay personas que necesitan escucha y apoyo, no ánimos ni consejos. Simplemente estar ahí y que se note la presencia es suficiente. No hay que hacer más.

El otro día le decía a mi madre: “No me desees una vida feliz y tranquila, deséame una vida en la que sea capaz de aprender de mis errores y de sentir que avanzo”. Porque lo fácil es eso, querer una vida feliz, eso es lo que nuestra mente busca siempre para protegernos. Pero si eres mínimamente inteligente sabrás que eso no te acarreará sensación de plenitud, quizá placer si, pero plenitud, orgullo de una misma, valoración personal y otras muchas cosas más no.

Pues eso, que como todos lo pasamos mal, os deseo que sepais lidiar con lo que dice vuestra mente, y para ello os dejé algunos consejos aquí: https://anitaballe.com/la-de-fusion-de-los-pensamientos/

Photo by Mohamed Nohassi on Unsplash
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