No se si habéis visto el promo-video de Adecco que ya circula por las redes sociales. Su campaña «Tu propósito» ya está haciendo que los más «prodramas» soltemos lágrimas y lancemos un gran suspiro de afirmación al final. Acto seguido compartimos. Sí, estamos en el «share world».
Es bonito, a mi me gusta, es emocional, sabes que te va a dar el lagrimeo pero no sabes cuando ni como. Estoy de acuerdo con que 6 de cada 10 personas consideran que no han conseguido su propósito de vida. Incluso yo te diría que 8 de cada 10. Yo entre las que no, lo tengo claro.
Me llama la atención las contestaciones de los entrevistados. Esas personas que nunca sabemos si de verdad saben o no a lo que van. Hasta qué punto está esto amañado. El caso es que puede ser real, muy real.
«Hay preguntas que es mejor no hacerse porque duelen» «No le cuento nada a mi hijo si no hay nada por lo que alegrarse» «Parece que no es tan fácil cambiar» «Necesitaba ganarme la vida» «Se supone que en mi vida decido yo»… Y como remate, un/a transexual -lo siento pero no sé si se dice en femenino o masculino-, nos da un ejemplo de valentía a modo de bofetón figurado «¡Plas!». Si yo me atreví, tú también puedes. Olé.
Porque nos ponemos excusas, nos contamos historias, la sociedad y sus reglas invisibles nos comen, estamos repletos de ideales, de creencias, de autolimitaciones. Vemos obstáculos donde no los hay… Pero es que somos así.
Historias de valientes
Y estamos rodeados de historias como estas. Historias de «valientes». Tenemos amigos, familiares, primos, conocidos que se han atrevido a un montón de cosas. Que consideramos que han sido «muy valientes» haciendo esto o aquello en pro de buscar lo que se supone que es el propósito de vida o el propósito laboral. E imaginamos que por esa valentía les va genial, o han dado un paso de gigante en su vida que nosotros no hemos sido capaces.
A mi me han llamado y me llaman valiente. Irme con mi pareja y mis hijas a vivir al extranjero fue considerada por muchos una gran hazaña. Para mí no lo es tanto y os digo por qué. Porque fue fácil. Porque todo se dió sin obstáculos. Porque parece que el destino, la vida, la casualidad o la causalidad lo pusieron en bandeja. Y eso no es ser valiente para mí. Eso es simplemente saber leer las señales y aprovecharlas.
Parece que para encontrar el propósito de vida tienes que hacer cosas, mover cosas, cambiar cosas, dejar cosas… Y nada más lejos de la realidad.
Os confieso que cuando tomamos la decisión de venirnos a vivir a Gales estaba extremadamente motivada porque creía que aquí encontraría una señal luminosa que dijese «este es tu propósito de vida». ¡Qué ilusa!.
Resulta que salgo de mi zona de confort de Alicante y voy y me creo otra zona de confort en Gales. Perfecto. ¿Dónde está el propósito ansiado y famoso?
Pues está donde ha estado siempre, metido bien dentro de una caja con candados entre tus entrañas. En tu cuerpo. En tu mente.
Entonces no es tanto la valentía de moverse o cambiar de espacio la que entra en juego. Es más la capacidad de escucha a uno mismo, es más el hablarnos sinceramente a nosotros mismos y el preguntarnos realmente qué queremos y cómo nos estamos boicoteando.
Porque yo siempre quise vivir en el extranjero. Toda mi vida he fantaseado con la idea de irme, de viajar, de hablar idiomas… Y siempre habían excusas. Siempre. Que si la familia, que si los estudios, que si la pareja, que si la familia otra vez…
Entonces, tras un año de «vida valiente» sin propósito de vida a la vista ¿cuáles son mis conclusiones? que me quedan muchos candados aún que abrir para poder acceder al interior de esa cajita, pero que haciendo realidad mi sueño de vivir fuera he quitado algunos, y además he encontrado la pista para buscar las llaves de otros.
No está mal, paso a paso.
¿Qué nos encamina al propósito?
Para mí lo que nos encamina al propósito es el silencio. Es la quietud, la reflexión, la meditación, la contemplación. Llámalo como quieras, pero al final es el parar y el estar en el momento. Preguntarte, cuestionarte y contestarte sinceramente. Y volverlo a hacer todos los días, en cada situación que te altere, en cada situación que te alegre, en cada depresión, en cada bache…
Yo no he encontrado el propósito pero he tomado decisiones y acciones bien meditadas que considero que me están haciendo más feliz, y eso supongo que es buena señal. Y es que este año ha habido cambios, quizá sutiles, quizá no muy visibles, pero ha habido cosas.
Pero si os soy sincera, creo que estos cambios también podían haberse dado quedándome donde estaba. Creo que sí. No hacía falta moverse. Pero la vida así lo quiso.
¿Es valiente moverse o quedarse?
Nos dicen que tenemos que ser valientes, que tenemos que atrevernos a dar «el paso», como si fuese un acto físico, un movimiento real. Pero puede que a veces lo mejor sea simplemente quedarnos donde estamos y empezar a escucharnos de verdad.
Porque puede que anuncios como este promuevan acciones repentinas de «ya está bien» y «hasta aquí hemos llegado» sin haberse uno parado a pensar realmente si es solo el trabajo, la pareja o la casa la que nos está hundiendo. Recapacitar si hay algo más que nos está machacando y que quizá sea más urgente de abordar.
Entonces la valentía de perseguir nuestro propósito será más concretamente atrevernos a escucharnos y posteriormente atrevernos a hacernos caso ¿no?. Más que lanzarnos a una salida de «la zona de confort» cambiando de rutinas, de trabajos o de parejas sin ni siquiera habernos cuestionado una y mil veces realmente qué es lo que está fallando en nuestro status quo.
El cambio, siempre el cambio
Siempre estamos cambiando. Nos movamos o no. Nos atrevamos o no. Siempre estamos cambiando, transformándonos, no somos iguales al «yo» del día anterior, tenemos un día más de experiencia. Es imposible quedarse igual. Algo siempre cambia, lo quieras o no.
Buscar el cambio debe ser un acto de parada y escucha, y no un acto de acción. Buscar el cambio empieza con aprender a saber parar y saber estar en el ahora.
Osho lo explica bien, deja de buscar el cambio, cuando estás presente todo se da. Deja de desear o proyectar lo que deseas, cuando estás presente todo se da. No es tanto buscar, es estar.
Ya lo sé, me ha quedado muy filosófico pero ¿a que es simple?. Si estás en el aquí y ahora, escuchándote aquí y ahora, realmente no hace falta buscar el cambio, el cambio llega. No hace falta ser valiente, la valentía llega. La búsqueda del propósito puede estar en el sofá de tu casa, sin necesidad de salir o entrar a ninguna otra zona.
Si lo llego a saber antes me ahorro las mudanzas… o no 🙂
Besos
Estar orgulloso, a veces, no todo el rato · Anita Balle
[…] Obviamente exagero, pero reconocedme que algo de esto hay y se respira en el ambiente. En el pasado también he hablado sobre el propósito de vida en varios posts, este es uno de ellos: «La búsqueda del propósito». […]