Esta semana ha venido a mi mente una y otra vez una frase que aprendimos con 15 años más o menos, cuando nos forrábamos las carpetas con las caras de Brad Pitt y los Backstreet Boys, símbolos de la paz y el famoso Ying-Yang.
“La vida es aquello que pasa mientras nos empeñamos en hacer otras cosas”
John Lennon
Ya se que suena a cliché, que es una frase muy manida y que todo el mundo conoce su significado, pero que sea cliché no quiere decir que no sea cierta ¿verdad?.
Esta semana la vida me pasaba, mientras yo estaba mirando a otro lado o intentado que pasasen otras cosas.
Cuando la rutina se vuelve tediosa, insoportable, monótona y aburrida hay que buscar el agujerito por el que se cuela la luz para mirar hacia allí y volvernos a centrar.
Cuando tienes tanto trabajo que apenas vives para eso y poco más, cuando quieres conseguir algo tanto que apenas tienes atención para eso y poco más, y cuando crees que todo eso además te hará sentir mejor… algún día… Entonces es cuando tienes que buscar ese agujerito, pues algo no va bien.
Para, respira, revisa tus objetivos a largo plazo y actúa en consecuencia. Pero espera ¿tenemos objetivos a largo plazo?.
Mi yo del futuro
Para mí, pensar en objetivos a largo plazo es pensar en mi yo del futuro. Cómo quiero ser dentro de 5, 10, 15 o 20 años. No es algo en lo que pienses así como así la verdad, casi te diría que tienes que proponerte pensar en ello, planificarlo y hacerlo.
Hace poco lo volví a hacer, después de pasar una época de mucho estrés a finales del año pasado que me causó varias enfermedades cutáneas una detrás de otra. Aproveché la vuelta de vacaciones de Navidad, con la mente despejada, para imaginar mi «yo del futuro».
Está claro que no hablo simplemente de objetivos a nivel laboral, económico, etc. Hablo de motivaciones, de valores y de lo que quiero empezar a sembrar hoy para que crezca durante todo ese tiempo y de sus frutos años más tarde.
Una de las semillas de esa reflexión fue este proyecto personal del #podcast. Si en 10, 15 o 20 años quería que mi vida se dirigiese hacia el compartir mis reflexiones de una manera fluida, amena, cercana y que ayudase a las personas a también reflexionar, tenía que empezar a practicar ya mismo ¿verdad?
Otra de esas semillas es la Disciplina Positiva. En el futuro me gustaría que en mi casa hubiese una relación cercana, amorosa, respetuosa y de confianza, y para conseguir esto hay que trabajarlo cada día. Además quiero que mis hijas se desarrollen en el ambiente más enriquecedor posible a todos los niveles y con la Disciplina Positiva siento que se cubren todos los principios básicos en este sentido.
Pero esa visión de mi yo del futuro no entiende logros materiales o cosas tangibles, entiende solamente de sensaciones, de emociones, de experiencias que se quieren vivir.
Además, una cosa es que yo quiera hoy verme en el futuro experimentando una serie de vivencias, y otra cosa es lo que pase después.
Y una cosa es lo que yo quiera hoy ser en un futuro, y otra cosa es cómo irá cambiando esa visión a lo largo de los años. Y esto ya nos ha pasado a todos. ¿Te acuerdas cuando de pequeño querías ser bombero, periodista, médico? Y ahora eres algo totalmente diferente… Pues es lo mismo.
Entonces, con esos «Yoes del futuro» solamente podemos hacer una cosa: comprometernos a centrarnos en las parcelas que podemos controlar. ¿Y cuáles son esas parcelas?
- Mis rutinas y hábitos diarios
- Mis acciones concretas
- Mi compromiso
- Gestionar mis pensamientos
- Revisar lo anterior de vez en cuando
Así que en lo que no puedo controlar no me centro. Esto es muy fácil decirlo pero cada día tenemos muchísimos ejemplos de que a nivel práctico es lo más complicado.
¿Sabes cuál es una de las variables que no puedes controlar y, por lo tanto, no te deberías centrar? el resultado.
Ahí es cuando entra la parte de la frase de “… mientras nos empeñamos en hacer otras cosas”. Mientras nos empeñamos en controlar todas las variables, dependan de nosotros o no.
Cuando tengas tu objetivo, no lo vuelvas a mirar
Este personaje le contaba a Momo algo que había reflexionado concienzudamente. Decía que «a veces tienes ante ti una calle larguísima, y te parece tan terriblemente larga, que nunca crees que podrás acabarla. Y entonces te empiezas a dar prisa, cada vez más prisa. Cada vez que levantas la vista, ves que la calle no se hace más corta. Y te esfuerzas más todavía, empiezas a tener miedo, al final estás sin aliento y la calle sigue estando por delante. Así no se debe hacer»
Y continuaba: «Nunca se ha de pensar en toda la calle de una vez, ¿entiendes? Sólo hay que pensar en el paso siguiente, en la respiración siguiente, en la siguiente barrida. Nunca nada más que en lo siguiente. Entonces es divertido; eso es importante, porque entonces se hace bien la tarea. Y así ha de ser»
Pasito, respiro, barro. Pasito, respiro, barro.
No miraba lo que le quedaba, simplemente se centraba en su mantra. Cuando menos se lo esperaba había acabado la calle, miraba hacia atrás y veía lo limpia que había quedado.
Para mí esa calle larga llena de basura y pensar en todo lo que queda por hacer es como mirar hacia ese objetivo de mi Yo Futuro.
Lo único que puede traerte es frustración y ansiedad, y además puede desvirtuar totalmente el fin último de esa reflexión maravillosa que hiciste en su día sobre dónde querías verte en 5, 10 o 15 años. Quieres controlar la variable del tiempo. Y quieres las cosas ya mismo, sin esfuerzo, sin andar el camino.
Pues así no funciona.
“Pasito, respiro, barro. Pasito, respiro, barro”
Cuando hablo de olvidarnos del objetivo, de no volverlo a mirar, me refiero a que en el día a día nos tenemos que centrar en el presente. Y esto también es súper cliché pero nos lo tenemos que recordar casi cada mañana.
Creo que sólo el que está presente alguna vez en el día se da cuenta de cómo cuesta estar presente. No es fácil.
Centrarnos en el presente es lo que nos da la capacidad de disfrutar de la vida y de no caer en la frase de John Lennon.
Olvidarnos del futuro, no pensar en lo programado sino pensar en el compromiso que aquél día decidimos:
- Mis rutinas y hábitos diarios
- Mis acciones concretas
- Gestionar mis pensamientos
Vivir cada día en coherencia con esa imagen del futuro que reflexionamos desde el presente, desde el aquí y el ahora, sin pensar en metas, sin pensar en resultados. Lo que sea que venga lo verás en 5, 10, 15 o 20 años. No lo puedes adelantar y tienes que entender que el resultado es una de las variables incontrolables.
“Pasito, respiro, barro. Pasito, respiro, barro.”
Beppo, personaje de Momo
Levantar la mirada, cerrar el círculo
Efectivamente, en algún momento hay que levantar la mirada y mirar si estamos yendo por el buen camino. Quizá cuando ya llevamos un tiempo barriendo la calle.
Y aquí enlazo con el inicio de este artículo.
Cuando la rutina se vuelve tediosa, insoportable, monótona y aburrida hay que buscar el agujerito por el que se cuela la luz para mirar hacia allí y volvernos a centrar.
Cuando tienes tanto trabajo que apenas vives para eso y poco más, cuando quieres conseguir algo tanto que apenas tienes atención para eso y poco más, y cuando crees que todo eso además te hará sentir mejor… algún día… Entonces es cuando tienes que buscar ese agujerito, pues algo no va bien.
Para, respira, revisa tus objetivos a largo plazo y actúa en consecuencia. Pero espera ¿tenemos objetivos a largo plazo?.
¡Claro que los tenemos!
Así que vuelvo a hacerme las preguntas:
- ¿Sigo teniendo el mismo objetivo a largo plazo?
- ¿Lo que estoy haciendo cada día me acerca o me aleja de esos objetivos a largo plazo?
- ¿Hay algo que está pasando y no estoy viendo?
- ¿En qué estado está el compromiso de centrarme en mis rutinas y mis acciones y gestionar mis pensamientos? ¿Lo estoy cumpliendo?
- ¿Estoy disfrutando de esto?
Confiar en el proceso y valorar lo recorrido
Es complicado eso de marcarse objetivos a largo plazo y que además no sean materiales y además no mirarlos mucho. Pero creo que es clave en esto de avanzar en la vida disfrutando lo máximo posible.
Recordar el centrarnos en el compromiso de nuestras acciones diarias, de nuestro día a día, de intentar estar presentes, es lo que nos dará esa sensación de que la vida no se nos escapa de las manos.
Es necesario confiar en esto, confiar en el proceso. Y cuando no podamos, debemos ser amables con nosotros, echar la vista atrás y valorar lo caminado.
Porque nuestro estado natural es volvemos exigentes y no ver más que aquello que no tenemos o aquello que hemos perdido. No es natural en nosotros valorar el camino andado, las experiencias que hemos tenido. Eso nos cuesta mucho.
Considero que hay una certeza innegable que no debemos perder de vista, y es que estamos en constante cambio, nunca estamos estancados. No hay nada que hagamos o no hagamos que evite el cambio en nosotros.
Si un día no entrenas porque estás cansado, si un día comes más de lo habitual, si un día estás más enfadado que de costumbre, si un día trabajas más de lo normal, todo tiene su función. Quizá para darte cuenta de lo que no quieres o de lo que sí quieres en tu vida. Pero todo cuenta.
Si has hecho tantas horas en el trabajo hasta acabar aburrido y asqueado, sintiendo que esa vida es insostenible, que dónde queda el disfrute y el vivir, entonces te recomiendo que pares, reflexiones, busques ese agujerito por el que se cuela la luz y veas todo lo bueno que te has llevado hasta el momento.
A partir de reconocer eso, podrás avanzar de otra manera, quizá tener más ilusión por cambiar las cosas, quizá tener más motivación por levantarte cada mañana y gestionar tu día de otra manera, o quizá tendrás más alegría y ya.
Porque todo lo que hacemos también trae algo positivo. Trabajar duro también mejora nuestras habilidades en ciertas áreas, quizá hace que mejoremos nuestros procesos o nuestra gestión del tiempo. Hacer una dieta estricta también nos da mucha información sobre nosotros mismos y lo que somos capaces de hacer por una idea aunque sea distorsionada. Entrenar mucho puede que físicamente nos de un plus físico momentáneo que nos lleve a atrevernos a hacer otras cosas.
El punto de inflexión estará en parar y analizar y volver a enfocarnos una vez más.
Dejar de buscar un objetivo material a largo plazo, hacer planes sobre qué persona queremos ser en cinco o diez años, que experiencias queremos vivir, en qué querríamos pasar el tiempo cuando llegue ese día… Y después enfocarnos en un paso cada vez, en un día cada vez, y no mirar hacia lo que queda, sino hacia lo que dejas para tomar el impulso que necesites.
No posterguemos nuestra vida a un tiempo mejor en el que tengamos más horas en el día o hayamos conseguido cumplir nuestros objetivos. No perdamos la oportunidad de vivir hoy.
Acabo con una frase de Benjamin Franklin que me motiva mucho sobre este tema:
“La felicidad humana generalmente no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días“.
Benjamin Franklin
Persiguiendo el Hedonismo · Nuestro set point de felicidad
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