Cuestión de actitud

Cuestión de actitud

Cuestión de actitud

Quejarse de cómo te trata la vida es gratis, igual que tomar una actitud de agradecimiento, que suena muy zen y místico pero de verdad vale la pena. Ahora, agradecido creo que no se nace, uno se tiene que ir haciendo, e incluso no creo que puedas llegar a obtener ningún título que te garantice que siempre te vas a tomar las cosas desde ese lado.

 

Pero claro, no es fácil mantener una sonrisa en el ojo del huracán me dirán algunas. Claro que no, nadie ha dicho que sonrías. Esto no tiene nada que ver con la forzada postura de que “nada te afecta”, o “soy un junco” o incluso, “mirad qué estoico” que ahora está más de moda.

Eso son posturas externas, no es algo que realmente salga de dentro.

Y puede que haya a alguien que le ayude, por supuesto, forzarse a algo, aparentar algo, como el lema yanqui de “fake it until you make it”.

Os cuento todo esto porque la transición de Swansea a Hamburgo no ha sido nada fácil para nosotros. De hecho, casi desde que empezó el movimiento, allá por Octubre del 2021, todo se ha ido enredando un poquito más cada vez. A día de hoy, que me considero al menos asentada ya en ésta, mi nueva casa, todavía creo que tengo secuelas de todo lo ocurrido.

Cuando tomamos la decisión, la sensación de miedo en el cuerpo ya avisaba que esto iba a ser como subir de nivel en el videojuego. Quizá no sabíamos hasta qué punto, y todavía no lo sabemos, pero al menos la sensación de vértigo estaba ya anunciando algo.

Si me pongo en modo extremista, diré que han sido meses de mierda así, a grandes rasgos, mezclado con momentos que han merecido muchísimo la pena y han dejado huella.

Si soy realista y objetiva os digo que ha sido la vida, como a mi me gusta decir: “la vida se impone”.

Porque tú planeas lo que quieras, que luego lo que pasa es otra cosa, y no es nada más que la vida en sí misma. Sin más. Por muy trascendental que suene.

Por eso me reafirmo en lo dicho inicialmente, elegir la postura que tomas frente a todo lo que pasa es lo que marca la diferencia. Y a veces no podemos ser agradecidos, está bien, no pasa nada. Quéjate todo lo que puedas, quizá lo necesites y sea lo más sanador para ti, o lo que mejor te venga o tu vía de escape si queréis usar expresiones menos hippies. A veces la queja también deriva en acción, en movimiento, por lo que en momentos puntuales es necesaria como motor.

Pero en los breves respiros de paz, de calma o de silencio, en esos milisegundos que tengas, o minutos, u horas, date cuenta. Ahí tienes una mini ventana abierta para poder aceptar lo que está pasando y sentir que eso no es ni más ni menos que la vida, y que por eso hay que agradecer, porque estás vivo.

“Oooohh, estar vivos, qué gozada, aunque lo pasemos mal, parecemos masocas”

Y sí, estar vivo a veces es una mierda, a veces es un coñazo, es aburrido y es duro. Pero es la vida. Si no quieres enfrentarte a las incomodidades, coge la puerta y vete, a ver si te atreves.

Recién llegadas a Hamburgo, mis hijas y yo, viviendo en un Airbnb aún pagando el alquiler de nuestra casa, sin nuestros muebles, con la incertidumbre de qué íbamos a hacer, las niñas sin colegio a la vista y yo al límite de mis fuerzas físicas y mentales, sentí el agradecimiento. Ahí, sin más, en medio de toda la tormenta.

En medio del caos dejé de dejarme caer por el pozo de la queja inconscientemente y apareció esa sensación de agradecimiento. Una velita que se enciende en el corazón y que calma esa sensación de estar perdido, ese regusto de miedo.

Una emoción que no tiene palabras pero que te deja igual que cuando escuchas un discurso motivacional de esos alucinantes. Una llamita de esperanza que me hizo sentir que estaba conectada a la vida, que esto era parte de ella y lo que estaba pasando era, ni más ni menos, que un aprendizaje más.

No más importancia, no más vueltas. Así de simple. Vívelo como puedas, con lo que tengas.

Y no hace falta hacerse una foto en el momento, y no hace falta explicar nada más. Y quizá, para llegar a tener estos momentos haya que pasarlo mal en la vida, quizá hayan tenido que venir tiempos muy complicados, para ver que luego las cosas se colocan en su lugar y que tú tienes ojos para apreciar que tenía que pasar así.

También agradecería, ya puestas, el tener la capacidad de sentir “esas llamitas de sabiduría”. No sé desde cuando están conmigo, pero cuando las siento, y ésta no es la primera vez, te da una fortaleza inimaginable.

Es como si alguien te recordase la capacidad innata que tienes de que puedes resurgir de las cenizas, de que puedes superar los obstáculos de la vida y no solamente eso, además puedes sacarles partido.

Esto es lo que os cuento hoy después de meses de silencio en los que, totalmente sobrepasada por lo que estaba ocurriendo, me veía incapaz de decir nada “públicamente”, simplemente quería ahorrar la energía para seguir adelante.

Aún momentáneamente sintiendo que vives la vida que quieres y que has elegido “libremente”, si es que esa libertad es 100% real o figurada… Aún sintiendo eso, la vida tiene momentos de mierda. ¿O no? ¿Quién nos ha vendido lo contrario?

Como decía la canción: «enamorada de la vida, aunque a veces duela»

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