Te cuento por qué NO somos tan LIBRES como creemos.
Mañana cumplo 42 años y os quiero contar una reflexión sobre esta situación de vida. También os quiero hablar de lo poco libres que somos, de los esclavos que somos de nuestros deseos. Por mucho que reflexionemos sobre nuestras cosas, por mucho que queramos salir de nuestros patrones, por mucho que intentemos a toda costa tomar decisiones libremente, no somos libres.
Somos esclavos de nuestras propias motivaciones, de nuestros propios deseos y esto es algo que no todos vemos fácilmente. Merece una explicación mucho más profunda, os espero adentro.
Decisiones «conscientes»
Quizás piensas que eres libre, o al menos que lo eres la mayor parte del tiempo. Pero, ¿y si te dijera que la libertad no siempre es lo que parece?
Imagina sentirte libre incluso cuando las circunstancias te limitan objetivamente. Es esa sensación de paz que te invade cuando sabes que, a pesar de todo, elegiste estar ahí de forma consciente, que fue una decisión que nació de una introspección o una reflexión intencionada.
Aunque las cosas no salgan como las habías soñado o proyectado, saber que esa decisión fue tuya te mantiene una sensación de coherencia, una especie de libertad interna que te da paz.
Piensa en ello como un pequeño rincón de bienestar, ese lugar seguro al que puedes aferrarte cuando las cosas se ponen difíciles.
Gracias a los contrastes
A veces, no nos damos cuenta de cómo vivíamos hasta que experimentamos lo opuesto. Es curioso, pero muchas veces no sabes cuánto miedo llevabas dentro hasta que un día sientes todo lo contrario.
Creemos que somos libres hasta que algo significativo nos hace replantearnos lo que realmente significa serlo.
Esto es muy común, por ejemplo, cuando una relación termina; de repente, ves el «lado oscuro» y te preguntas si realmente viviste con eso todo el tiempo.
El contraste, esa comparación con el antes y el ahora, es lo que nos permite ver la verdad.
Yo misma me di cuenta de una sensación interna de miedo, de protegerme de algo amenazante, que ahora, ante nuevas oportunidades, simplemente no siento con la misma intensidad.
Esclavos de nuestros deseos
Aquí viene la pregunta clave y a veces un poco incómoda: ¿esas decisiones que tomamos y que nos dan esa sensación de libertad y coherencia, realmente las tomamos siendo libres de verdad?.
La verdad es que a menudo, nos movemos impulsados por algo más profundo. Hablaba el otro día con un amigo muy exitoso que, hace años, tenía en mente un proyecto humilde y muy conectado con lo que él quería. Pero la vida le llevó por otros caminos, y ahora tiene un proyecto enorme, con gran notoriedad, pero también con grandes responsabilidades y decisiones difíciles.
Él podría decir que lo eligió libremente, que lo reflexionó, pero mi sensación es que lo hizo esclavo de sus deseos.
Y esto no es algo que le pase solo a él. ¡Yo también soy esclava de mis deseos!.
Mi propia mudanza con mi familia, primero a Gales y luego a Alemania, aunque la impulsé conscientemente y ha sido una experiencia enriquecedora, me doy cuenta ahora de que lo hice impulsada por mis deseos.
Mis expectativas en Hamburgo no se han cumplido del todo, pero esa sensación de haber sido yo quien quiso esto me da tranquilidad.
Darnos cuenta
El autoconocimiento no es solo entender cómo funcionamos, sino también darnos cuenta de lo poco libres que somos, de cómo somos esclavos de nosotros mismos y de nuestras trampas mentales.
No es pesimismo, es realismo: por mucho que reflexionemos, hay un marco interno que nos limita totalmente y que condiciona nuestras decisiones, haciéndonos volver una y otra vez a ciertos patrones.
A veces vemos a alguien y pensamos: «Si hiciera esto o aquello, le iría mejor», pero no consideramos que esa persona es esclava de sí misma, que quizás necesita destacar, lograr cosas grandes, ser número uno, y que sus patrones de pensamiento y creencias la están llevando por ese camino.
Somos víctimas de nuestros deseos.
Es como si viviéramos en una jaula, una jaula que, además, hemos decorado nosotros mismos con nuestras propias ideas y forjado con nuestros propios barrotes, sin darnos cuenta.
Es un trabajo difícil el de reconocer de qué somos esclavos, qué necesitamos, qué nos cuesta soltar. Un deseo interno muy fuerte no siempre nos libera; a veces, nos enjaula.
El Eneagrama, la herramienta
Entonces, ¿cómo salimos de esta «esclavitud» si está tan arraigada en nosotros? Aquí es donde entra una herramienta poderosa: el Eneagrama.
El Eneagrama no se queda en la superficie de los comportamientos. Va a lo profundo, a las motivaciones que te mueven en la vida.
Te ayuda a entender qué te moviliza sin que te des cuenta, qué te impulsa hacia algo o te hace huir de algo.
Cuando estudias el Eneagrama en profundidad, te das cuenta de que no somos libres, de que somos esclavos de nuestros deseos. Es como mirar debajo del iceberg; no solo ves la punta, sino todo lo que hay debajo, esas motivaciones centrales o «core» que nos definen.
La verdadera estrategia: Conocer, Aceptar y Regular
Si no somos libres, ¿qué hacemos? La clave es simple, pero profundamente transformadora: Conocerlo, Aceptarlo y Regularlo.
Conocerlo: Se trata de comprender cuáles son esos deseos centrales que te mueven, esas motivaciones que el Eneagrama tan bien describe. No puedes cambiar lo que no conoces.
Aceptarlo: No se trata de intentar ser otra persona o de eliminar el deseo. Somos seres humanos y estamos hechos de deseo. Esas motivaciones «core» son tú, son tu esencia, tu «core». Quitarlo no tiene sentido porque contienen muchísimas cosas buenas y son parte de tu mejor versión. No luches contra ellas.
Regularlo: Una vez que conoces y aceptas tus deseos centrales, el trabajo es regularlos, equilibrarlos. Esto significa aprender a gestionar cómo se manifiestan, para que sirvan a tu bienestar y no te encierren en una jaula, por muy decorada que esté.
Es el yin y el yang: lo mejor y lo peor de nosotros están interconectados con esos deseos. La meta no es eliminarlos, sino aprender a vivir con ellos de forma consciente y equilibrada.
Conclusión
Para cerrar este profundo diálogo, recordemos que la verdadera libertad no es la ausencia de límites, sino la capacidad de elegir con conciencia y encontrar paz interna, incluso cuando las circunstancias nos limitan.
Sin embargo, el autoconocimiento nos revela una verdad fundamental:somos esclavos de nuestros propios deseos y trampas mentales, impulsados por motivaciones que ni siquiera percibimos.
Aquí es donde el Eneagrama se convierte en una herramienta invaluable, permitiéndonos desvelar esas motivaciones centrales que nos definen y que, sin darnos cuenta, construyen nuestras propias «jaulas» decoradas con nuestras ideas.
El camino hacia una mayor libertad no es eliminar estos deseos, sino conocerlos, aceptarlos y aprender a regularlos para que sirvan a nuestra mejor versión, sin aprisionarnos.
La clave está en el equilibrio y la conciencia, permitiéndonos vivir con nuestros deseos de forma plena y liberadora.
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Anita Balle
Publicista y Autora de este Blog
La parte cotilla de todo esto
Publicista, estudiante de Psicología y Morfopsicología. Aprendiz de coaches y otros mentores. Madre de familia y pareja de ingeniero. Actualmente viviendo en Hamburgo.