Crisis del COVID-19, una oportunidad más

Crisis del COVID-19, una oportunidad más

Ante una crisis el mundo nunca va a ser lo que queremos que sea, y la sociedad nunca se comportará de la manera que individualmente consideramos. Nada, jamás, funcionará como «debe ser».


El Coronavirus o COVID-19 no es la mayor crisis de nuestra historia, como especie no va a ser nuestra catástrofe y no va a ser nuestra única oportunidad de cambio o avance a nivel social. Habrá más oportunidades.

Siempre vendrán otras situaciones que parece que nos destruyen a la vez que nos construyen, haciendo tanto ruido como esta o más.

Esto que está pasando no va a ser definitivo, ni va a ser para tanto ni va a ser para menos. Simplemente es o está siendo o va a ser.

Esto es algo más que se suma a todas las demás cosas o circunstancias que ocurren actualmente en cada vida, en cada individuo.

Circunstancias que solamente saben aquellos que las viven, y nadie más. Aquí no cuenta el imaginarse. Cuenta el experimentar.

Esta crisis, como cualquier crisis grupal o individual, es una oportunidad. Oportunidad para quien la pueda leer así y para quien voluntariamente quiera verla así.

Esta crisis, como cualquier crisis grupal o individual, es un toque de atención, una llamada al crecimiento, a la madurez y a la responsabilidad individual y por el bien común.

Es una ventana para demostrar, para dar ejemplo de, para no dejar en palabras únicamente. Como todas las crisis.

Particularmente parece una buena oportunidad como sociedad para reconocer que podemos ser sin los políticos, que podemos ser sin autoridades, que podemos hacernos cargo y tomar decisiones y ser sin sometimientos. Que no nos digan lo que tenemos que hacer. Tomar nosotros nuestras propias decisiones. Saber cuidarnos solos.

Pero habrá más crisis y habrá más oportunidades. No nos preocupemos por eso. Y quizá esta ocasión, tan gritona, que tanto quiere llamar la atención, que tanto quiere que nos ocupemos de ella, sea un gran zarandeo -pero no el último- antes de que empecemos a caer en la cuenta.

  • En la cuenta de que no necesitamos nada más que aceptación, respeto y amor. Hacia nosotros mismos y hacia los demás. Para dejar de «luchar» y empezar a «fluir».
  • En la cuenta de que no necesitamos nada más que presencia en el presente y quietud. Olvidándonos de las carencias, del pasado, de los futuribles o de lo que imaginamos que es…
  • En la cuenta de que no necesitamos nada más que nuestra esencia, sin máscaras, sin personalidades creadas o impuestas. Imposible rozar apenas sin lo anterior.
  • En la cuenta de que «está bien» lo que cada uno individualmente elija o considere, diga o haga. «Está bien» y nadie es nadie para opinar. Nadie es nadie para «ser sincero» y «decirte» lo que «te pasa».
  • En la cuenta de que hay permiso para ser, para expresar, para actuar… individualmente. Sin juicio.

Somos nuestra propia autoridad. Somos nosotros quienes decidimos cómo actuar, qué pensar, qué cultivar en nuestra mente, qué obviar, qué discutir, qué callar.

Somos capaces y podemos hacernos responsables de nuestras decisiones, de nuestro comportamiento, de nuestros fallos, de nuestros triunfos…

Y no hay bien ni hay mal, y no hay mejor ni hay peor. No hay opinión. No hay juicio.

Hay aceptación, respeto y amor. Responsabilidad, madurez y cariño. Hacia ti y hacia los demás.

Esta es una oportunidad, pero no la única.

Photo by Miguel Bruna on Unsplash

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