«La muerte es lo que da sentido a la vida». Esta frase se la escuché a un chico el otro día en un podcast. Hablaban de supervivencia extrema.
Hay situaciones en la vida en la que la muerte toca a tu puerta más cerca de lo normal. Hoy está tocando a la de todos prácticamente. Ya sea en forma de muerte real, ya sea en forma de noticias constantes sobre personas que han sucumbido al temido COVID-19. Compañeros, vecinos, hermanos…
Hoy en día la muerte se siente cerca.
¿Quizá hemos vivido muchos años separados de este concepto?. ¿Quizá hemos ignorado la muerte, hemos pormenorizado su verdadero significado?
¿Puede que nos hayamos centrado en esta vida «precocinada» de trabajo, frivolidad y apariencia?. ¿Puede que hayamos estado viviendo una vida no honesta? ¿Una vida con el foco en el exterior y con el candado puesto a emociones tan importantes como la tristeza, el miedo, la rabia, la ira o la angustia, por ejemplo?
¿Quizá hemos evitado tratar con emociones tan intensas como estas y ahora no tenemos recursos suficientes para gestionarlas?
¿Puede que hayamos escondido, reprimido y ocultado nuestras emociones menos «socialmente aceptables» bajo los mantos de la exposición pública, temerosos del no encajar, del no conseguir, del no parecer?
¿Qué había de auténtico en nuestra vida antes del COVID-19? ¿Qué permanece real y honesto hoy? ¿Qué se desvanece y no se aguanta en pie?
Ahora la vida nos da la oportunidad de confesar nuestro vacío, nuestra tristeza, nuestro miedo y nuestra desconexión.
La muerte nos da miedo. La vida también. Y eso es humano.
Humano es sentir rabia, angustia, incertidumbre, locura, tristeza o desconcierto ante esta situación. Humano es manifestar estas emociones, soltarlas y liberarlas.
Acogerlas, sentirlas, escribirlas, pintarlas, cantarlas, moldearlas, bailarlas… Reconocerlas y transitarlas.
Hoy estamos muriendo todos un poco. Algo se muere en la sociedad y en el individuo con toda esta crisis. Aceptar la muerte, valorar la vida. La verdadera vida. Aceptar lo que trae, honrarlo, reconocerlo, transitarlo y liberarlo
Os quiero.